20 de Noviembre de 2016

Volver a conectarnos con el Pueblo de Belgrano

Belgrano cumple un año más de su fundación y para homenajearlo nada mejor que un breve repaso por su historia que nos llame a repensar a nuestro barrio, y en general a todos estos como los sitios donde se desarrolla la ciudadanía y nuestra propia historia.

Por Romina Braga
Comunera - Comuna 13

Fue el primer pueblo en constituirse en los alrededores de la Ciudad de Buenos Aires luego de la muerte de Manuel Belgrano, razón por la cual se decidió denominarlo de esta manera en un homenaje al prócer. Devino ciudad gracias a su exponencial crecimiento demográfico y su estratégica ubicación, hasta que una ley nacional lo incorporó como barrio de la Ciudad de Bs. As. Belgrano es uno de los barrios más tradicionales de nuestra Ciudad caracterizado por su importancia residencial y comercial.

Durante todo el siglo XIX y gran parte del XX, Belgrano se caracterizó por la presencia de lujosas mansiones y palacetes de arquitectura francesa e inglesa. Este paisaje arquitectónico que durante muchas décadas construyó la identidad de este barrio, sufrió un drástico cambio al sancionarse en 1957 la ordenanza Municipal que permitía la construcción de edificios en torre, rompiendo con los clásicos edificios entre medianeras, marcando así el inicio de lo que sería el auge de la construcción y del negocio inmobiliario en la ciudad.

Con esta nueva normativa que reconfiguraba el formato urbano de Belgrano, una gran cantidad de palacetes fueron comprados a sus dueños y demolidos, hecho que permitió el acelerado aumento de las construcciones de torres en la zona. Las décadas de 1960 y ‘70 se caracterizaron por una fuerte profundización de los cambios arquitectónicos en Belgrano, proceso que se estancó fuertemente en los 80 y que retomó su ritmo a mediados de 1990 y durante la primera década del nuevo siglo, ocupando los pocos lotes que quedaban disponibles.

A toda esta transformación estructural sobrevivió Belgrano R, una porción del antiguo pueblo. La vecindad de Belgrano R fue una de las que más resistió la nueva avanzada de la normativa de la Municipalidad de Buenos Aires, y luchó fervientemente para frenar el avance del negocio inmobiliario. Esto permitió que se construyera en el barrio un sentido de pertenencia y de comunidad que perdura hasta el día de la fecha. En febrero de 1982 la Sociedad de Fomento elevó a la Municipalidad un proyecto destinado a obtener una regulación específica de planeamiento para Belgrano “R”. La labor había sido ejecutada por arquitectos de la Sociedad. Fruto de estas gestiones se aprobó la primera ordenanza participativa de la Ciudad de Buenos Aires, la número 41.117, por la cual el barrio de Belgrano “R” quedó como Distrito U28, caracterizado por sus numerosas restricciones, tanto en superficies edificables como en el destino de las construcciones (los denominados “usos”).

Hoy en día Belgrano constituye uno de los polos comerciales más importantes y presenta una de las mayores concentraciones poblacionales de la Ciudad. A su vez, sigue constituyendo un foco en el que se concentran grandes emprendimientos inmobiliarios que ponen en peligro la estabilidad del barrio y la calidad de vida de los habitantes. Todo esto permite el desarrollo de situaciones que propician, por ejemplo, el colapso de las vías de tránsito y el de los servicios que proporciona la ciudad, así como una fuerte transformación constante de la identidad y estética del barrio; cuestión que demanda una imperiosa presencia del Estado en el territorio, y un constante sentimiento de alerta y preocupación por parte de los vecinos. Varias obras que apuntaron a solucionar estos problemas, como las obras del Arroyo Vega, son prueba de que Belgrano, y en general la Comuna 13, necesita de la voluntad política de quienes gobiernan para gestionar en base a las necesidades del barrio y de los vecinos.

Por otro lado, la consagración de la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires reconfiguró institucionalmente la ciudad estableciendo la descentralización y la democracia participativa como principios rectores del gobierno porteño. La creación de las comunas como unidades de gestión descentralizada permiten una administración del territorio mucho más acabada, y es hacia allí donde tenemos que mirar en los próximos años. Las Comunas constituyen el primer nivel de representación en la ciudad, lo que posibilita un mayor acercamiento de los representantes a la ciudadanía, y un conocimiento mucho más profundo de la situación del territorio y de los vecinos. De esta manera es posible concretar políticas que busquen reconciliar la identidad del barrio con los avances de la Ciudad.

Este repaso por la historia de Belgrano demuestra no sólo que ha estado en constante transformación consecuencia de decisiones políticas de los gobiernos de turno, sino que la avanzada de numerosos emprendimientos y proyectos edilicios que continuamente atentan contra la estética urbana del barrio es una problemática que viene de muchos años atrás. Esto nos llama nuevamente a empoderarnos como ciudadanos para proteger y hacer de nuestro querido Belgrano un real foco de la innovación urbana, que desarrolle las potencialidades que se encuentran atascadas en el entramado que abre el crecimiento y progreso de la ciudad, vinculando las expresiones culturales, sociales y políticas hacia un desarrollo sustentable y equilibrado. Así, en este nuevo aniversario de Belgrano, debemos proponernos conservar los rasgos que hacen a nuestro barrio para volver a construir ciudadanía desde estos lugares de pertenencia que nos marcan a fondo en nuestro devenir cívico. La historia de nuestros barrios es la historia de nuestra ciudad, y ésta la hacemos los vecinos.