El conocer que esta
bella plaza fue un lugar de esparcimiento y de viajes de luna de
miel para los porteños de antaño en esa potencial y bella Ciudad
de Bs As, me genera una paz y frescura nunca antes sentida.
Es maravilloso escuchar el sonido de las aves matinales y
crepusculares que revolotean, el brillo del sol que se entrevé
en las copiosas hojas de sus árboles primaverales, el contemplar
la magnánima presencia de la Diosa de la Libertad, la Madre
Alexa, para los que no conocen su verdadero nombre, que se ubica
en una de las barrancas a la que se la suele llamar “República
de la Estatua de la Libertad” entregada por Estados Unidos en el
aniversario de su Independencia a nuestro país, como al resto de
los países de América.
Sólo seres totalmente oscurecidos de odio pueden causar todos
los daños que a simple vista se pueden observar. Estoy absorta
al sentir el desgano y la resignación, pero al mismo tiempo la
sublime belleza de este lugar.
Si yo, en este corto pero valioso tiempo en el que fui una
vecina de este maravilloso barrio, pude descubrir sus en-cantos,
esa humildad que a pesar de ser maltratada día a día se ofrece
como un refugio, un oasis dentro del mundanal ruido, todos
podemos lograrlo.
Todos tenemos la responsabilidad de cuidar y amar la nobleza que
nos brinda la madre naturaleza y en este lugar en particular,
nos lo está suplicando a gritos.
Por favor salvemos Las Barrancas. Gracias.
BETTINA LAURA MARISCAL
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