En Julio de 2010,
cuando el comedor de Barrancas de Belgrano cumplía 10 años de
existencia, Carlos Durañona, uno de los voluntarios más activos,
nos decía: “Con el comedor no pretendíamos solucionar el
problema del hambre, sino más bien, dar el apoyo moral que
necesitaban esos compañeros trabajadores, devenidos en
cartoneros, expresado en un plato de comida, un rato antes de
emprender su viaje en tren, con su carga diaria, hasta sus
lugares de origen y allí vender su mercadería colectada para
subsistir.
Sentíamos gran admiración por ellos, porque eran el símbolo de
la resistencia a un modelo que los condenaba a la más humillante
miseria. Para evitar ser arrastrados a esa degradante situación,
inventaron un trabajo, el de cartoneros, manteniendo su dignidad
de trabajadores”.
Pasaron los años, y muchas historias se vivieron bajo las
sombras del Gomero, y está que hoy nos toca contar es una
verdadera historia de amor, el Sábado 14 de Diciembre, a las
17.30 horas, en la Parroquia de San Benito, sita en Maure y
Villanueva, se llevó a cabo la ceremonia religiosa del
Casamiento de Marcela Russo y Juan Carlos Almada.
“Esta querida pareja se acercó a nuestro comedor cuando recién
iniciábamos nuestra tarea solidaria. Su situación no podía ser
más triste y dolorosa. Vivían en la calle y tenían dos hijas de
ocho y seis años. Con el tiempo fueron naciendo cuatro hijos más
y la hija mayor, apenas adolescente, tuvo dos hijos. Todos los
chicos fueron criados por esta pareja con mucha dedicación y
sobre todo, mucho amor y uno a uno nos fueron confiriendo a
varios voluntarios del comedor el honor de transformarnos en
padrinos de Bautismo de esos chiquitos y toda esa familia
numerosa que se convirtió en nuestra familia. Siempre el Comedor
fue su referente. Nunca lo dejaron, aún cuando su situación
mejorara ostensiblemente, pero les faltaba cumplir un sueño:
casarse por civil y por la Iglesia y ella de largo. Ese sueño
que compartimos con ellos desde hace varios años, se fue
postergando varias veces y ahora se hizo realidad”, contó Carlos
Durañona.
Cuatro voluntarios del comedor fueron sus padrinos y Cáritas les
regaló un ágape luego de los ritos. Marcela, de vestido blanco y
una cola larga llevada por sus nenas, entró a la iglesia del
brazo de Carlos Durañona, mientras en el altar la esperaba Juan
Carlos junto a la madrina de bodas Beatriz, una trabajadora
social jubilada que también ayuda en el comedor de los Jueves.
Tras la ceremonia, los voluntarios organizaron una fiesta en el
Gomero de Barrancas de Belgrano, con música y comida.
El comedor de Barrancas es un lugar abierto a todo aquel que
necesite un plato de comida y sobre todo, al que busca un poco
de contención y afecto, sin preguntar cómo se llama, de dónde
viene, cuáles son sus antecedentes, alcanza con que sea un ser
humano, que necesite de otro ser humano.
Quienes quieran colaborar pueden comunicarse al email:
comedor.barrancas.de.belgrano@gmail.com
La tristeza y el dolor de muchos hermanos, esta vez quedó por un
rato de lado, dando lugar a un festejo sin igual. |