Desde que
comenzamos la actividad del comedor, cada 24 de Marzo hemos
realizado alguna actividad relacionada con el recuerdo de la
implantación de la más feroz y criminal dictadura que debimos
soportar. Una de las consecuencias que dejó el terror de Estado,
además de muertes, desapariciones, torturas, violaciones, exilio
y substitución de identidad de niños nacidos en cautiverio fue
también la destrucción del aparato productivo, una enorme deuda
externa, desempleo y pobreza.
Como venimos sosteniendo desde hace unos cuantos años, la
mayoría de las personas a las que intentamos ayudar desde el
Comedor de Barrancas tienen (salvando las distancias que
encierran los términos y las circunstancias) una suerte de
similitud con la figura de los desaparecidos. No existen, no se
los ve, son seres extraviados o expulsados de la sociedad por un
Estado que no mira o se hace el distraído. A ese Estado, también
se asocia gran parte de nuestra sociedad. Ellos no cuentan, no
están en las estadísticas, no son votos. Ellos profesan la
pobreza y ese culto es desagradable y triste.
En nuestro comedor, como siempre lo hemos dejado bien sentado,
no respondemos a una profesión religiosa o a una militancia
política determinadas. Cada uno tiene la libertad de profesar su
fe o militar políticamente en la corriente política que prefiera
o no fuera del comedor. Pero considero que el Comedor tiene en
si mismo el carácter de una denuncia pública de un estado de
pobreza y marginalidad que palpamos cada jueves y de la que no
debemos dejar de clamar por JUSTICIA.
Esa denuncia pública, a la vista de todo aquel que la quiera
registrar y que es precisamente el servicio del comedor que
brindamos a nuestros hermanos excluidos, no es otra cosa que una
actitud ciudadana, solidaria y POLÍTICA (con mayúsculas). No nos
desentendemos, en la medida de nuestras pobres posibilidades, de
ese drama social. Esos "desaparecidos", que especialmente
encarnan los que "viven" en situación de calle, merecen nuestra
especial consideración y afecto.
Y así como no debemos olvidar a estos "desaparecidos sociales"
que concurren a nuestro comedor (y de hecho, no lo hacemos),
tampoco debemos olvidar a los miles de hermanos nuestros que
sufrieron en carne propia el martirio de su desaparición física,
a partir de ese fatídico 24 de marzo de 1976 y hacerles nuestro
modesto homenaje y recordación.
Por todo lo expuesto, el Jueves 22 de Marzo, al término de la
cena hicimos un pequeño acto de homenaje a esas víctimas de la
Dictadura, colocando en la reja del gomero cruces de papel
blanco con consignas que cada presente quiso incluir,
simbolizando esa tumba a la que miles de ellos no tuvieron
derecho a acceder como todo ser humano merece y cuyos familiares
aún no tienen dónde ofrendar una flor o rezar una oración.
Carlos Durañona |