En las calles con árboles de mucho follaje, la temperatura es hasta 9º C menor que en las calles sin árboles. Las elevadas temperaturas del verano, se sufren más sin la sombra de los árboles. Esto debe saber la gente, cuando ven mutilar nuestros árboles sin compasión. Recuerden en marzo lo que sufrimos en enero y no les permitan a las autoridades dejarnos sin árboles.

Por María Angélica Di Giacomo
arboladourbanocaba@gmail.com

Queremos expresar la preocupación de un gran número de personas, por el destrozo a que son sometidos cotidianamente los árboles de la CABA. Nuestro patrimonio arbóreo está siendo diezmado de manera sistemática en todas las comunas. En los últimos años el GCABA está destruyendo nuestros árboles de alineación, de plazas, estaciones de ferrocarril y bulevares, por mutilación, mochado, tronchado, terciado y tala. No se salvan ni el bello jacarandá, ni el añoso aguaribay, ni el magnífico ombú, ni siquiera los árboles históricos. La mutilación de gruesas ramas deja expuestos a los árboles frente al agua de lluvia y al subsiguiente ataque de plagas. Los árboles quedan reducidos a tristes y altísimos troncos sin ramas, aumentando la probabilidad de su caída en la vía pública. Este maltrato, que no es avalado por ninguna publicación científica ni técnica, ha provocado la muerte de muchos árboles en los últimos años. Los brotes epicórmicos que crecen alrededor de las enormes heridas son vástagos que fácilmente vuelan con el tiempo porque al no estar conectados con el interior del árbol no tienen la fortaleza de una verdadera rama. A los sobrevivientes les han quitado la mayor parte de su follaje y como consecuencia hemos perdido gran parte de sus beneficios.

El follaje de los árboles, en este caso el del fresno en cuestión, que ya forma parte de nuestro paisaje cotidiano, produce por fotosíntesis el oxígeno que respiramos y absorbe dióxido de carbono (una de las sustancias cuya acumulación produce calentamiento global). Los árboles evitan la contaminación visual y sonora, nos protegen del calor agobiante y del sol en verano haciendo que la temperatura disminuya varios grados en las calles arboladas, absorben sustancias contaminantes y el agua de lluvia, aumentan la infiltración de agua en el suelo, las copas frondosas ralentizan la caída del agua de lluvia, cobijan a las aves y proporcionan goce estético. El paisaje arbolado beneficia nuestra mente y espíritu, disminuye el nivel de agresión urbana y genera sensación de sosiego, aunque muchas personas no sean conscientes de ello. El arbolado urbano es además parte de nuestro patrimonio cultural y un atractivo turístico y al destruirlo se está arrasando con el patrimonio paisajístico de los ciudadanos de la CABA.

La poda indiscriminada y la tala injustificada no sólo violan sistemáticamente la Ley 3263/09, en tanto no respetan ninguno de los supuestos que la justificarían sino que también menoscaba derechos de incidencia colectiva que tutelan un bien común. Se lesiona el derecho de las generaciones presentes y futuras a tener un ambiente saludable. El derecho ambiental es un derecho humano con obligaciones de resultado, y tiene en nuestro país jerarquía constitucional (Art. 41). El Estado debe mejorar nuestra calidad de vida porque tenemos derecho a una vida saludable en armonía con la naturaleza, como sostiene el principio 1 de la Conferencia sobre Medio Ambiente y Desarrollo de Naciones Unidas (1992).

Es importante tener en cuenta que el arbolado y los espacios verdes son de los pilares en los que se basa la lucha contra el calentamiento global por su absorción de dióxido de carbono y su disminución del llamado efecto de isla de calor. Proteger nuestro arbolado urbano iría en consonancia con los compromisos asumidos por nuestro país contra el cambio climático.

La Constitución de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires refiere al medio ambiente en numerosos artículos: el Art.14 define a la protección del ambiente como un derecho colectivo; el Art. 20 garantiza la salud integral reconociendo que está vinculada directamente con el ambiente; el Art. 26 declara el derecho a gozar de un ambiente sano y el derecho de recibir información sobre el impacto que causan o puedan causar sobre el ambiente las actividades públicas o privadas; el Art. 27 determina que la Ciudad desarrolla en forma indelegable la política de planeamiento y la gestión del ambiente urbano y promueve la restauración del patrimonio natural, urbanístico y arquitectónico, condiciones de habitabilidad y seguridad de todo el espacio público y privado, seguridad vial y peatonal.
Los árboles nos pertenecen a todos. Es responsabilidad del GCABA el cuidado y preservación del patrimonio arbóreo. A pesar de esto la Dirección General de Arbolado ha sido barrida del organigrama del GCABA y en virtud de la Ley de Comunas, la decisión acerca de la poda ha quedado en personal administrativo que deriva las solicitudes de poda de los vecinos a las empresas tercerizadas por el GCABA.

El árbol es un bien social y el paisaje forma parte de nuestro patrimonio cultural y de nuestra memoria individual y social. Por esta razón, el bien común debe primar por sobre los intereses individuales de algunos vecinos y comerciantes que no reconocen el derecho de sus conciudadanos a tener una arboleda sana y cuidada. Es también responsabilidad del GCABA la educación de la población sobre los beneficios de la arboleda urbana y la concientización sobre la categoría de bien común que tiene el árbol como entidad natural.

El poder judicial de nuestra ciudad avala nuestras observaciones sobre el destrozo al arbolado urbano ya que a partir de la acción de amparo presentada por la Dra Claudia Heras, dictó una medida cautelar 14 de julio de 2017 que suspende la poda y/o tala de arbolado de la Ciudad que no cumpla con los artículos 10, 11 y 12 de la ley 3263, siempre que no mediaran situaciones excepcionales que no admitan demora que deberán ser individualizadas, debidamente fundadas y puestas en conocimiento del Tribunal. Esta medida cautelar fue confirmada por la Cámara de Apelaciones del Fuero Contencioso Administrativo Tributario de la CABA el 9 de noviembre de 2017.

Por lo antedicho solicitamos que el Presidente de la Junta Comunal actúe en consecuencia por los medios a su alcance para detener ya mismo la mutilación de los árboles de la ciudad y en particular de la comuna. Es deber de todas las instituciones y funcionarios involucrados, detener ya mismo la mutilación y tala de los árboles de la ciudad, que no es avalada por profesionales acreditados en el país y en el exterior ni por los docentes de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires.
Asimismo solicitamos que las cuadrillas, a las que actualmente se les paga con el dinero de los contribuyentes, por destruir nuestros árboles, se encarguen de su mantenimiento y protección. En ese sentido, los únicos datos de cifras por árbol a los que hemos tenido acceso, no hemos podido verificarlos porque no se encuentra esa información en las páginas del GCABA.

Entre otros cuidados, se necesita que:

• Se poden solamente las ramas dañadas (secas o enfermas) para evitar su caída ya que la poda no es una práctica necesaria para el árbol.
• Se los proteja de las plagas.
• Se los proteja del daño que les infligen los particulares y las empresas de servicios públicos como corte de raíces, postes mal colocados y cables que dañan las ramas.• Se quiten las sogas de pasacalles que estrangulan las ramas cortando las sogas entre el nudo y el árbol.
• Se restaure el daño que les provocan quienes los lesionan con carteles, clavos, luces, telas que provocan la proliferación de insectos y microbios en la corteza y quienes les cubren la tierra a su alrededor con cemento. Estos daños intencionales deberían ser multados.
• Exista la posibilidad de denunciar el maltrato a los árboles en las diversas variantes del 147.
• Se reconsidere la implantación de luminarias cuya altura supera la copa de los árboles, disminuyendo la altura de las ya colocadas, o se recurra a luminarias colgantes en el centro de la calzada, como aún subsisten en ciertas calles de la ciudad, y/o se agreguen luminarias en las columnas para iluminar las aceras. Estas opciones aportarían un sustancial ahorro ya que bajar a la mitad la altura de las luminarias implica consumir una cuarta parte de la energía para obtener la misma potencia lumínica.
• Se repongan los árboles talados con otras especies arbóreas teniendo en cuenta su capacidad fotosintética ya que un árbol añoso de denso follaje debe ser reemplazado por una cantidad de ejemplares jóvenes que compense biológicamente la fotosíntesis perdida. Además, para algunos ejemplares debería tenerse en cuenta su carácter de insustituibles, al pretender compensar su pérdida.
• Se reserven las especies arbustivas solamente para las aceras muy angostas.
• Se mantengan en buenas condiciones las planteras para asegurar la subsistencia de los árboles.

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