Se murió de golpe
la vieja pelada, que pedía limosna en la madrugada. Se gastó de
hambre se fundió de pobre, se acabó de tiempo, se mató de noche.
Se borró del mundo una madrugada, nadie sabe cómo, nadie sabe
nada. Una estampita y un peine pantera por una moneda, mano de
arruga, batón de arpillera, pierna dolorosa. Dicen que en un
tiempo fue muy hermosa. Se murió de Foro, de Politeama, de Pepín
y Pipo, la vieja pelada. Se cansó de sola, se pasó de calle, de
fideo triste, de café con nadie. Se mudó a la muerte una
madrugada, nadie sabe cómo, nadie sabe nada.
Esa es la historia de “La vieja pelada” que allá por el año
1984, Marcelo San Juan nos cantaba. Hoy, 26 años después, muchos
siguen muriendo en las calles de una ciudad indiferente. Por
suerte, ó mejor dicho gracias a la acción de algunos vecinos,
Manolito no terminó como “La vieja Pelada”. A cambio de una
moneda, Manolito cuidaba coches en Montañeses entre Sucre y La
Pampa, todos en la cuadra lo conocían, “Hola amigo”, el decía,
saludando a todo el que pasara. Ayudaba a las señoras a llevar
sus bolsas, y buscaba entablar una charla con todo aquel que lo
escuchara. A veces se lo veía dormir en la dura vereda, ó
caminar llorando por las calles, el alcohol era su mejor amigo y
lamentablemente lo llevaba por el mal camino.
Manolito ya no podía seguir en la calle, su dignidad no merecía
seguir arrastrándose ante la indiferencia de muchos. Algunos
vecinos solidarios y preocupados, llamaron al 108 y después de
varias insistencias lograron que lo alojaran en la residencia 6
del Servicio Social del Rawson. Después de 7 años de estar en la
calle, ahora tiene una cama, comida y atención médica.
Mucha gente sigue deambulado por las calles de nuestra ciudad,
Algunos vinieron a la gran ciudad con la ilusión encontrar el
trabajo perdido en su lugar de origen, y no pudieron ocuparse.
Otros, como los cartoneros, prefieren pasar algunas noches de la
semana en plazas o en parques y no regresar a sus casas en el
conurbano bonaerense. Muchos se han instalado definitivamente,
convertiendose en parte del paisaje barrial. Serían 1400,
la personas que se calculan que viven en la calle en la ciudad
de Buenos Aires, quizás ahora sean 1399. Ojalá que Manolito
pueda recuperar lo que la calle, la indiferencia y el alcohol le
quitaron.
Fabio Gothelf
Director de Mi Belgrano |