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04 de Febrero de 2016
El alcanforero bicentenario de Cuba y Olazábal
Un árbol con una larga historia
Tengo algo para contarles. Una
mañana, hace pocos días, tuve una llamada telefónica extraña. Cuando
atendí una señora me dijo: “el alcanforero fue plantado por mi tatarabuelo
Marcos Sastre”.
Por Rafael R. Sirvén
rrsirven@gmail.com -
www.rrsirven.blogspot.com.ar
Lo sorpresivo de esa comunicación me obligó a realizar un repaso sobre mis
escritos por el Día del Árbol, porque con seguridad allí me referí a algún
árbol. Tomé sus datos y quedamos en que la volvería a llamar. Me ocupe de
revisar los escritos para detectar a cuál de las notas se refería. La
búsqueda me sirvió para ordenar mis archivos y también mi cabeza. Ahora
recuerdo que me pidieron un artículo para el Día del Árbol para el
periódico “Mi Belgrano”, edición Nº 86 de agosto 2013. Recortó el lugar de
la nota que originó la llamada por teléfono: “Gracias a que así lo han
hecho nuestros antecesores hoy puedo referirme al alcanforero
bicentenario, que se encuentra en el barrio de Belgrano, en la calle Cuba
y Olazábal. Vaya a saber quién lo plantó. Lo cierto es que allá por 1840,
cuando esas tierras pasaron a pertenecer a Juan Manuel de Rosas, ya estaba
muy bien arraigado y producía una generosa sombra. No importa que no se
trate de una especie nativa porque en rigor sus raíces procedían de la
lejana Asia. Sin embargo, en estas tierras creció fuerte desde aquellos
tiempos en el campo, lejano de la civilización. El alcanforero, Cinnamomum
camphora, pertenece a la familia botánica de las Lauráceas. Es de gran
porte, con copa globosa y densa. Tiene entre sus brillantes y coriáceas
hojas verdes brillosas algunas rojizas que están por caer. Es una
particularidad que sirve muy bien para identificar la especie.”
Resalté la alusión al alcanforero histórico de la calle Cuba y Olazabal y
mi confesión de desconocimiento de quien lo plantó. La respuesta vino de
manera inesperada a través de la llamada que encabeza la presente nota.
Todavía escucho su mensaje “el alcanforero fue plantado por mi
tartarabuelo Marcos Sastre”.
Fuimos a visitar a la descendiente de Marcos Sastre, la Sra. Miriam Luchia
Puig de Pereira. Empezaré con el relato del “Juez del árbol”, así llamaban
al primer Juez de Paz de Belgrano, era Francisco Agustín Maimó, abuelo
materno de Miriam Luchia Puig de Pereyra, nuestra anfitriona. El juez
condenó a un vecino por haber arrojado lavandina en la vereda perjudicando
a un árbol, a partir de allí, comentaba la Sra. Miriam fue llamado el
“Juez del árbol” por todos los vecinos y así fue publicado en el antiguo
“Heraldo de Belgrano” que editaba Miguel Burgos.
¿Cómo es el parentesco con Marcos Sastre?
Marcos Sastre era uruguayo, nació en Montevideo el 2 de octubre de
1808, hace unos años, en 2008 hubo una importante ceremonia para
homenajear los 200 años de su nacimiento. Con la invasión portuguesa en
1817, migró para la Argentina. Estuvo primero en Entre Ríos, después en
Santa Fe y el secundario lo cursó en el Colegio Monserrat de Córdoba. Su
nombre completo era Marcos Antonio Sastre Rodríguez. Sus padres Antonio
Sastre, nacido en Barcelona y su madre, Gerónima Rodríguez González, nació
y murió en Uruguay (1781-1806). Marcos Sastre tuvo 14 hijos, salvo los dos
últimos con María Januaria de las Mercedes Aramburu Sotomayor. Mi abuela
desciende de la 10ª hija de Marcos Sastre, Mercedes Sastre de Nuñez
Achaval.
Miriam también habló de otro ilustre antecesor, de Francisco Maimó que fue
el primer escribano de la Armada, y dijo que de ese tema hay material en
el diario Nueva Provincia de Bahía Blanca. Su trabajo era importante
cuando se realizaban las compras de buques en el exterior. Hablando de
comercio salió el tema que Marcos Sastre tuvo que cerrar su
librería “Asociación de Mayo”, que había fundado en 1837, al
cerrarse, en la época de Rosas, la importación de los libros de
Francia. Más allá del Salón Literario donde se reunía en 1835
con Juan B. Alberdi, Juan María Gutierrez, Esteban Echeverría, Miguel
Cané, Vicente Fidel López y otros notables vecinos por aquella época
escribió su “Anagnosia” libro de texto para la enseñanza de lectura.
Sastre escribió su primera novela en 1840, “Cartas a Germania” fue una
novela epistolar. Sastre era un naturalista autodidacta pero,
principalmente un educador, fundó escuelas y diarios, escribió “El tempe
argentino” desde San Fernando desde donde más allá de describir en forma
lírica la flora y fauna isleña realizó proyectos de desarrollo económico
para el Delta. Fue en Buenos Aires Director de la Biblioteca Pública y
durante la presidencia de Sarmiento Director General de Escuelas, antes
que se estableciera el Ministerio de Educación. Para su época fue un
adelantado porque fomentaba la educación de las mujeres a él pertenecen
estas palabras “ellas como nosotros pueden entrar en el templo de Minerva
y coronarse con el laurel de Apolo”.
Hablamos de muchos temas, la estatua de Marcos Sastre en Montevideo, que
fue con Urquiza en Entre Ríos Inspector General de Escuelas y director del
periódico “El Federal” y que había fundado “El Sudamericano”, que hasta
diseñaba pupitres para las escuelas, que fue miembro del Consejo Nacional
de Educación. También comentó Miriam que con Sarmiento discutían porque la
mirada de Sarmiento sobre la educación era laica en cambio a Marcos Sastre
le interesaba la posición más religiosa.
Pero ¿Quién plantó el alcanforero de la calle Cuba, en Belgrano?
Ahora sabemos que el árbol histórico fue respetado y se encuentra desde
2006 al pie de la Torre Unión. Se sabe que en 1840 el terreno pasó a ser
propiedad de Rosas con el alcanforero ya crecido y que en 1887, cuando
surgió el Barrio de Belgrano continuaba siendo testigo de los cambios
tanto de la historia como del paisaje del lugar. Como apunta el cartel
señalador del árbol histórico, el paraje era conocido como “La calera”
porque los frailes franciscanos retiraban material para la construcción de
la iglesia San Francisco, de Alsina y Defensa.
Mi tatarabuelo Marcos Sastre, lo plantó, eran de él todas las tierras de
esta zona que en una época era todo campo, le perteneció todo hasta donde
llegaba el río, incluso todas las barrancas. Rosas le expropió todo
y con todo lo plantado que incluía el alcanforero que usted mencionaba en
su nota.
Cierro con alegría y emoción, porque mi nota se leyó y llegó hasta encender los recuerdos de una descendiente del prohombre que plantó el árbol, no es poca cosa. Agradezco a Marcos Sastre y a su tataranieta en nombre de todos los que queremos los árboles y un ambiente en la ciudad donde se valore lo realizado anteriormente por nuestros mayores.