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Inundaciones en Belgrano



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07 de Abril de 2014

 

La Ciudad de Buenos Aires está preparada para inundarse

La ciudad colapsa y miles de vehículos quedan imposibilitados de seguir su camino, cientos quedan flotando, las cámaras transformadoras de corriente eléctrica quedan anuladas, miles de vecinos quedan sin electricidad, hay calles que se convierten en ríos. La ciudad se paraliza.

Los funcionarios de la Ciudad dicen que eso se debe a las maldades de la madre naturaleza, a que los vecinos sacan la basura fuera de hora o que el Gobierno Nacional no otorga los avales necesarios para conseguir los créditos que permitirían las salvadoras obras. Por su parte, algunos adversarios políticos certifican que el oficialismo ha subejecutado las partidas disponibles para obras y, por lo tanto, no ha hecho las inversiones necesarias en infraestructura para acabar con “el flagelo de las inundaciones”.

La realidad se complementa con otros ingredientes: Los vecinos y circunstanciales ocupantes de la ciudad somos convidados de piedra ante un escenario preparado para que se produzcan esas inundaciones. Funcionarios y “emprendedores” inmobiliarios lo vienen haciendo desde hace muchos años y lo continúan; los vecinos, desde entonces, estamos tratando de pararlos.

¿Qué ha sucedido en Buenos Aires en los últimos 50/60 años para qué sigan siendo graves las consecuencias provocadas por una lluvia copiosa?

Sucedió lo siguiente:

1. Se prolongó, hasta casi 1.000 m de su lugar original (caso Arroyo Maldonado), la de- sembocadura de los cinco arroyos que desaguan sobre el Estuario del Plata. Los arroyos de llanura, como los que atraviesan la Ciudad de Buenos Aires y que, entubados han sido convertidos en pluvio-ductos, tienen muy poca pendiente y por lo tanto poca velocidad de escurrimiento. Si, alegremente, se prolonga su desembocadura con rellenos sobre la costa, el escurrimiento de las aguas se retarda sensiblemente (a mayor alejamiento de la costa original, mayor tiempo de desagote de los conductos).

La costa de la Ciudad ha sido rellenada históricamente en una superficie que casi llega a los 40 Km cuadrados, con la consecuente prolongación de la de-sembocadura de los arroyos que comentábamos anteriormente. Este tipo de tareas continúa en la actualidad para ejecutar las obras de ampliación del Aeroparque Jorge Newbery, ejecutadas de facto sin tomar en cuenta la legislación vigente, en un acuerdo entre el Gobierno Nacional y el de la Ciudad.

2. La red cloacal está colapsada desde hace más de veinte (20) años y no existen plantas de tratamiento de efluentes; los conductos de desagote pluvial que conducen hacia los arroyos entubados, quienes finalmente desaguan en el estuario, transportan también basura, líquidos cloacales y efluentes industriales no tratados, ocupando una parte significativa de su sección útil. Esto hace que no sólo se reduzca la posibilidad de evacuación rápida de las aguas de lluvia, sino que estos líquidos altamente contaminantes, descarguen “en crudo” en nuestro ya poluído estuario.

3. Se construyeron (y se siguen construyendo) edificios en altura indiscriminadamente en casi toda la ciudad, pero principalmente en las zonas cercanas a la costa (Puerto Madero, microcentro, Retiro, Recoleta, Palermo, Belgrano, Núñez). Las fundaciones de esas torres implican excavaciones de entre 30 y 40 m de profundidad que sobrepasan largamente las dos primeras napas de agua. Es a través de estas napas, que los terrenos aún absorbentes acumulan el agua y la envían al estuario. La red de bases de hormigón construidas constituye, subterráneamente, un verdadero dique a la evacuación de las aguas de lluvia retrasando, y muchas veces impidiendo, el escurrimiento.

4. El nivel de las calzadas ha sido elevado ostensiblemente. Las calles de la ciudad estaban empedradas en un nivel por lo menos 20 cm por debajo de la vereda. Las sucesivas pavimentaciones y repavimentaciones sobre el adoquinado original ha invertido esa relación; las calles (salvo las cunetas de hormigón) han quedado ostensiblemente más altas que las veredas, facilitando así la inundación inmediata de estas. Esta situación fue profundizada aún más en Palermo Viejo al estrechar y elevar las bocacalles.

5. Existen barreras físicas, que separan zonas inundables de terrenos absorbentes. Los largos y continuos paredones que rodean los antiguos predios ferroviarios siguen existiendo, a pesar de que su eliminación haría desaparecer una barrera física entre el agua de las zonas inundadas y un gran sector de superficie absorbente.

6. Impermeabilización de terrenos absorbentes.

6.1) Durante el siglo XX se redujo la cantidad de espacios verdes públicos parquizados en más de 50 hectáreas y de 7,00 m2/hab. se pasó a menos de 2 m2/hab. Esto, además de ser un perjuicio directo a la población porque se le eliminó la posibilidad de su disfrute, se constituyó en una sensible pérdida de superficie absorbente.

6.2) La “puesta en valor” de más de cincuenta (50) plazas porteñas a partir de 2005, resultó en una disminución de aproximadamente un 30% de su superficie absorbente debido a la construcción de caminos y veredones de solado rígido que reemplazaron a los antiguos senderos de granza (dislate que también contribuyó a aumentar la temperatura ambiente). Entre los años 2008 y 2011 la actual administración siguió impermeabilizando terrenos absorbentes (plazas públicas) en zona inundable, como son los espacios verdes situados a lo largo de Av Sarmiento, desde Plaza Italia hasta Av del Libertador.

6.3) El auge de la construcción en propiedad horizontal, ya sea entre medianeras o en edificios de perímetro libre (torres), impermeabilizó la mayor parte de la entonces superficie absorbente sobre predios privados con nuevas construcciones. El Código de Planeamiento Urbano de 1977 indicaba la existencia de un “pulmón de manzana absorbente”; esta obligación dejó de existir en las zonas más densamente pobladas y desde hace más de veinte (20) años se permite construir so-bre planta baja en cada parcela, perdiendo así su permeabilidad el pulmón de manzana.

6.4) En 2005 se permitió desarrollar construcciones clandestinas en uno de los más importantes lugares de absorción de aguas: el Hipódromo Argentino de Palermo. Para alojar máquinas tragamonedas, se permitió una ampliación de 10.000 m2 cubiertos con su correspondiente cochera subterránea y se impermeabilizó un importante sector del centro de la pista (ocupado por lagos reguladores), con otra playa de estacionamiento asfaltada.

6.5) La Ley Nº 469, aprobada en 2000, establece la construcción de trece (13) playas de estacionamiento subterráneas en diferentes plazas de la ciudad, obras que impermeabilizarán su superficie.

6.6) Las leyes Nº 3.057 y Nº 3.058, aprobadas en 2009, establecieron la libre construcción, según proyecto del contratista, de playas de estacionamiento subterráneas casi en cualquier lugar de la ciudad, entre ellas, otras quince (15) plazas. Esto hace un total de veintiocho (28) plazas a imper-meabilizar. La mayoría están en la zona norte de la ciudad, la más atestada, la que más se inunda.

6.7) Ley N° 4.474 (autoría Interbloque del Frente p/la Victoria aprobada en 2012). Implica la urbanización de la ex playa ferroviaria de la Estación Sáenz (5 has) y la de la Estación Buenos Aires (16,5 has).

6.8) Ley N° 4.476 (autoría Jefe de Gobierno aprobada en 2012). Entrega por 30 años, gratuitamente, 370.000 m2 pertenecientes al Parque Roca, a una empresa que construirá un Centro de Transferencia de Cargas -CTC-

6.9) Ley N° 4.477 (autoría Interbloque Frente p/la Victoria aprobada en 2012). Urbaniza y efectúa el desarrollo inmobiliario y comercial de las ex playas ferroviarias de Palermo (16 has), Caballito (16 has) y Liniers (42 has).

Además, en estos momentos, en la Legislatura de la Ciudad está en tratamiento un proyecto de ley presentado por el diputado del PRO, José Luis Acevedo para instalar sobre las plazas y parques de la ciudad, bares y otros “servicios” que, de aprobarse, también implica la impermeabilización de suelos.

Sólo estas últimas cuatro leyes y el proyecto anterior implican, por lo menos, la impermeabilización de unas 98 has, a saber: la casi totalidad de las 37 has de la CTC + aproximadamente cinco (5) has de “bares y servicios” + los 2/3 (35% construible + 30% nuevas calles y veredas) de las tierras ferroviarias. Y si a este dato le sumamos las 28 plazas de aproximadamente una (1) ha de superficie cada una, llegamos a las 126 has.

Las últimas inundaciones de la Ciudad de Buenos Aires (15 y 19 febrero 2010 / 01 febrero y 28/29 octubre 2012 / 02 abril 2013) han puesto en evidencia la gravedad de la situación creada a través de los años por, entre otras causas, esta sistemática eliminación de superficies absorbentes que contribuían anteriormente a contener las lluvias caídas.

Todo esto es sabido y reconocido por profesionales y técnicos de diversa extracción, pero dirigentes políticos y funcionarios nacionales y de la Ciudad aliados a los “inversores” de siempre, siguen proponiendo, por un lado, proyectos especulativos inmobiliarios que impermeabilizan suelo y deterioran las condiciones ambientales a extremos insospechados y, por otro, megaobras de transporte, almacenamiento y evacuación de aguas de lluvia (como el peligroso y semi inútil de los túneles aliviadores del Maldonado) que significan gastos extraordinarios, aún con endeudamiento externo.

Pero estos mismos personajes, jamás exponen la necesidad de parar de construir, parar de impermeabilizar y proceder a ejecutar proyectos vecinales como son los de generar nuevas tierras absorbentes en los predios del dominio público del Estado Nacional, es decir, creando un Sistema Metropolitano de Grandes Parques en el Área Metropolitana de Bs As en base a tierras ferroviarias, militares desactivadas, el ex Mercado de Hacienda, etc, que suman unas 300 hectáreas sólo en la Ciudad de Buenos Aires.

Arq. Osvaldo Guerrica Echevarría

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