¿Ciudadanos de
segunda?
Durante varios días millones de vecinos que vivimos y/o
trabajamos en la ciudad de Buenos Aires, tuvimos que padecer
largas horas de espera para acceder a un colectivo que nos
transportara. Sufrimos así trastornos de todo tipo en nuestras
vidas cotidianas familiares y laborales. Su causa: la
inactividad total de los subterráneos de Buenos Aires.
Y mientras este sufrimiento era soportado hora tras hora y día
tras día, la dirigencia en general y la dirigencia política en
particular, seguía enredada en una maraña de intereses
contrapuestos, sin resolver la infinidad de problemas causados
al ciudadano común.
La culpa la tiene el otro
Independientemente de las mayores o menores responsabilidades de
unos y otros, lo cierto es que el cuadro central de la situación
es tan patético como dramático. Por un lado millones de personas
con una necesidad cotidiana elemental insatisfecha, por el otro,
dirigentes ocupados en resolver sus cuestiones de poder, sin
contemplar ni satisfacer dichas necesidades. Cada uno tendrá sus
"justificaciones" y siempre la "culpa la tendrá el otro", pero
esto no cambia en nada el aspecto esencial de los hechos: una
dirigencia que prioriza la resolución de sus problemas por sobre
y a costa de lo que le pasa al pueblo que, supuestamente,
representan.
Crisis de representatividad
Y este es el punto. Si no se ocupan de resolver los problemas
que tienen los vecinos y encima los incrementan, sin mostrar la
menor sensibilidad frente a los mismos ¿nos representan? ¿por
qué? ¿sólo por el hecho de que fueron votados? ¿cuántas veces
escuchamos decir de ambos lados ganamos por tal porcentaje como
justificación de sus acciones? ¿y esto les da derecho a
comportarse como lo están haciendo, aún en contra de sus propios
electores?. Entonces la cuestión resulta obvia: algo está
funcionando muy mal en esta democracia representativa; es lo que
llaman, elegantemente, crisis de representatividad. Si a esto le
agregamos la dinámica amigo-enemigo como forma excluyente de
relacionarse entre sí las distintas partes de esta dirigencia,
el problema se agrava aún más.
En nuestra nota titulada "Lucha permanente o Convivencia
constructiva" decíamos: "El hartazgo de la población ante la
ausencia de una convivencia pacífica y constructiva a nivel
dirigencial y la percepción de que para dicha dirigencia
resultan más importantes sus luchas que el bien del conjunto,
resultan evidentes". Tal hartazgo fue claro en ocasión del paro
del subte. Lo que ha puesto en evidencia, una vez más, que la
grave deficiencia del sistema político actual para resolver los
problemas que tenemos los porteños, no ha sido superada.
Necesidad de la participación
Sin embargo este no es un problema sólo de los porteños. Ni
siquiera sólo de los argentinos. Hoy vemos cuestionamientos a la
democracia electoral en todo el mundo. Ante la aparición de los
indignados en España el Juez
Baltasar Garzón, por ejemplo, decía: "Hoy más que nunca ha
quedado evidenciado que la participación ciudadana, la
democracia real, no puede ni debe circunscribirse a la mera
consulta electoral cada cuatro años. Todos debemos asumir que el
mundo ha cambiado, que el siglo XXI ha revolucionado para
siempre los viejos mecanismos de participación política" …
"otorgando una nueva dimensión a la fuerza política de los
movimientos reales que no se puede obviar con el mantenimiento
de mecanismos burocráticos de interposición que dificulten la
relación bidireccional entre los ciudadanos y sus
representantes".
Comunas participativas
Pues bien, esto es lo que los vecinos comuneros venimos
planteando y luchando por concretar, desde hace más de diez
años, con la implantación de las Comunas en la ciudad de Buenos
Aires: profundizar el modelo democrático vigente mediante la
participación vecinal, buscando coincidencias en lugar de
acentuar los enfrentamientos.
La institución Comunal establece sabiamente una original
combinación entre la democracia representativa y la democracia
participativa que exige, para su buen funcionamiento, priorizar
los consensos por sobre las diferencias. Por eso crea una Junta
Comunal colegiada, electiva y multipartidaria que deberá acordar
en su interior la forma de llevar adelante el plan de acción y
presupuesto anual de la Comuna. Plan de acción y presupuesto
anual consensuado y propuesto por el Organismo Público de
Participación Popular llamado Consejo Consultivo Comunal quien,
además, deberá controlar su cumplimiento.
Necedad y convocatoria
Sin embargo gran parte de la dirigencia política de la Ciudad,
en lugar de aprovechar la posibilidad de mejorar el sistema
político que ofrece esta novedosa institución, se sigue
resistiendo neciamente a aceptar las Comunas. Empezando por el
Gobierno de la Ciudad que no solo no le transfiere recursos y
facultades para que no tengan posibilidad alguna de decidir
nada, sino que intenta modificar la ley que las regula, para
anular la participación vecinal libre e independiente en ellas.
Y siguiendo por gran parte de la oposición política que no
adopta una posición decidida y clara a favor del desarrollo
comunal descentralizado y participativo.
Por eso el Movimiento Comunero convoca a todos los vecinos y
organizaciones que quieren ser protagonistas del destino común a
sumarse a los Consejos Consultivos Comunales y a demandar a la
dirigencia política de la Ciudad que asuma su responsabilidad en
el desarrollo de las Comunas de Buenos Aires. Para que no nos
siga pasando permanentemente lo que hoy nos pasa con el subte.
MOVIMIENTO COMUNERO |