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5 de Julio de 2017
Tres lustros a la intemperie
Desde el año 2002 ayudando a los que más lo necesitan.
Por Carlos M. Durañona
(Voluntario del Comedor de Barrancas)
El 1 de julio el Comedor de Barrancas cumplió 15 años de vida. Nació como
la necesidad de un grupo de vecinos que nos sentimos convocados a intentar
dar una respuesta posible a la terrible crisis social que estallara en los
años 2001/2002, contando solo con las ganas de no ser indiferentes.
No sabíamos cómo hacer para involucrarnos en un drama que nos superaba.
Centenares de personas, devenidos en “cartoneros”, se concentraban en las
noches de Barrancas, a la espera del llamado “Tren Blanco” que los
llevaría hasta sus lugares de origen, vendiendo allí en la madrugada los
materiales colectados. Ese trabajo, creado por ellos, para sustituir al
que tenían antes, surgió como medio de subsistencia y de resistencia
frente a un sistema que los condenaba a la desocupación, al hambre y a la
desesperación. La mayoría tenían familia e hijos para alimentar y criar.
Era tan noble y heroico ese sacrificio de viajar desde muy lejos en
procura del pan y de sostener su condición de “trabajadores” que nos
pareció oportuno esperarlos con un plato de comida caliente y
reconfortante para ellos y la familia que los acompañaba, considerando
apenas que ese fuera solo un gesto de solidaridad y estímulo para la
desigual lucha que emprendieran para no caer en el abismo de la
desesperación y sus consecuencias. Las ollas de comida atrajeron también a
muchas personas y familias en situación de calle. Debimos aumentar la
cantidad de ollas y para ello tuvimos que recurrir a la ayuda de otros
vecinos, comerciantes e instituciones del barrio.
En el caso de nuestro improvisado comedor, se nos acercó una Red de
Instituciones privadas y públicas de la Comuna 13, interesados en atender
las múltiples demandas de auxilio que requería la situación generada por
la dolorosa pobreza y la exclusión social. Se trataba de la Red
“Redescubrirnos”, que nos abrió sus puertas y nos brindó su ayuda
material, su estímulo y su experiencia en cómo manejar situaciones
críticas para las cuales no estábamos suficientemente preparados. También
nos dieron un espacio muy importante dentro de la organización, como si
fuéramos una formal “ONG”, legalmente constituida. Pasaron los años y
seguimos integrados a “Redescubrirnos”. Nos sentimos muy honrados y
orgullosos de ser parte y agradecidos de toda la solidaridad que la Red
nos brindara en todos estos años y por sobre todo, la que brindan a las
personas a las que nos propusimos dar una mano.
No habríamos podido sostener este modesto emprendimiento solidario sin la
ayuda de instituciones religiosas de diversas orientaciones, de institutos
de enseñanza pública y privada, de empresas y de sensibles vecinos de
nuestros barrios y localidades vecinas. Tampoco podríamos haber continuado
si no hubiésemos contado con el gratificante afecto y reconocimiento de
las personas que siempre concurrieron a nuestro comedor “a cielo abierto”,
esperando la poca y pobre ayuda que podíamos ofrecer. Ellos nos brindaron
siempre un cariño que va más allá de lo que pudimos y aún podemos seguir
haciendo por ellos. Todos necesitamos de todos y siempre nos queda la duda
de no saber quién es el que más se ha beneficiado en este intercambio
maravilloso que es brindar y recibir amor.
Cumplimos 15 años a la intemperie, sin un techo que nos proteja de la
lluvia, pero nos sentimos cobijados por el generoso follaje del viejo y
gigantesco Gomero de Barrancas. Esa es nuestra casa común. Es el lugar de
pertenencia de todos. Allí se cruzan la tristeza que deja la pobreza de
cientos de hermanos y la esperanza de que algún día la Justicia se instale
bajo las sombras del gomero.
Los cartoneros ya casi no vienen. En el año 2008 fue clausurado el “Tren
Blanco” y los “recuperadores urbanos” fueron salvajemente expulsados de
las Barrancas en la madrugada 22 de febrero de ese año. Sus recorridos
cambiaron y desde entonces, concurren unos dos centenares de personas,
entre los que viven en la calle y familias muy necesitadas que frecuentan
nuestro espacio.
Seguimos esperando que los gobiernos que representan al Estado algún día
descubran que debajo de un árbol noble de Belgrano hay una comunidad que
sigue luchando por su dignidad y que espera una oportunidad para escapar
de la injusta exclusión. Quince años no han alcanzado para que algún
funcionario se acerque y demuestre algún signo de preocupación, al menos.
Mientras tanto, continuaremos prestando el servicio de apoyo escolar con
los chicos del comedor sentados en el frío piso de las Barrancas.
Seguiremos haciendo colectas de dinero para comprar cada comienzo de año,
todos los útiles escolares (kits completos), mochilas y delantales para
más de 150 chicos, para que no estén en desventaja con sus compañeros de
escuela. Seguiremos también con los pedidos de ropa, abrigos y sobre todo,
de frazadas para los que sobreviven en la calle. No abandonaremos la
costumbre de acompañar a los hospitales a los que necesitan un tratamiento
médico. Continuarán in situ las campañas de vacunación. El clásico guiso
bien substancioso, la entrega de leche, los alimentos que nos donan y los
pañales descartables para los bebés, no serán interrumpidos, mientras
sigamos contando con la ayuda generosa que nos presta la hinchada
silenciosa del comedor. Nunca dejaremos el acompañamiento para tramitar el
DNI, ni tampoco dejará de prestarse el apoyo psicológico, el asesoramiento
jurídico, las charlas sobre salud, la búsqueda de salidas laborales, las
visitas a museos, bibliotecas, cines o teatros. Continuarán las
actividades artísticas y recreativas. Jamás dejaremos de rendir homenaje a
la niñez del comedor, festejando el Día del Niño. Celebraremos como
siempre la Navidad, el Año Nuevo, los cumpleaños y fiestas patrias.
Desde hace 15 años, el ámbito del Comedor es “ZONA LIBRE DE GRIETAS”. Los
voluntarios provenimos de las más variadas y contrapuestas posturas
políticas y de distintas creencias religiosas y hay quienes no adscriben a
ninguna ideología o credo determinado, pero todos, inexorablemente,
tenemos una sola consigna: dar una mano al que nos necesita. Y esto se
logra: amando y queriendo ser útiles a nuestros hermanos más necesitados y
amando y respetándonos entre los voluntarios, a pesar de nuestras
circunstanciales diferencias.
No pretendemos ser ejemplo de nadie, porque defectos tenemos todos y
muchas veces nos equivocamos, pero que bueno sería que en nuestro país la
sociedad se contagiara de un espíritu semejante. Tendríamos una patria sin
odios, sin injusticias. Tenemos derecho a soñar con una patria donde, a
pesar de las dificultades, todos podamos aspirar a tener una vida más
digna, más justa, más igualitaria y más feliz. Quizás deberíamos releer y
cumplir el mandato de nuestra Constitución Nacional y no invocarla para
justificar privilegios u olvidar derechos consagrados y sagrados.
Muchísimas gracias a todos los que nos ayudaron y siguen colaborando
siempre para ser más útiles a nuestros semejantes en la búsqueda de la
inclusión de tantos hermanos que se quedaron a la vera del “sistema”.
Gracias a los vecinos del gomero, que saben comprender que lo que nos
anima no es molestarlos y entienden que solo queremos ayudar a los que aún
esperan un poco de justicia. Y si alguna molestia ocasionara nuestro
servicio frente a sus hogares, les rogamos que sigan disimulándola y serán
valiosos colaboradores silenciosos en el intento de seguir ayudando.
Finalmente, queremos expresar claramente nuestra gratitud al espacio que
nos ofrece siempre este periódico. “Mi Belgrano” ha sido siempre un
vehículo de comunicación formidable del Comedor con los Vecinos de la
Comuna 13. Sus páginas nos acercaron muchos voluntarios y colaboradores y
no poca ha sido la ayuda material recibida en estos quince años, que
parecen muchos, pero que no han sido suficientes porque la emergencia no
terminó aun y ya nos quedan pocas esperanzas de que los funcionarios la
registren y recuerden que su deber es mejorar la vida de sus
conciudadanos, especialmente, la de los que más sufren. Gracias a todos.