Para tomar
conciencia de las cosas que nos pasan, de lo que les pasa a los
demás y del mundo que nos rodea, es inevitable “y aconsejable”
no dejar de ver la realidad de manera objetiva.
Una mañana cualquiera, de un día cualquiera, caminando por mi
barrio para ir al trabajo, o regresando a mi hogar al mediodía,
después de asistir a niños y a personas con discapacidad,
especialidad que profeso desde hace más de 20 años, me detuve a
observar algunas de las obras que realiza el Gobierno de la
Ciudad, en función de facilitar el entorno en las calles para
las personas con cierto grado de discapacidad.
Ejemplo: rampas en las esquinas, baldosas para guía de ciegos,
etc.
Me entusiasma creer que hay un cambio de mentalidad y asunción
de responsabilidad social y gubernamental respecto a los temas
descriptos, pero está claro que en muchos casos se realizan
acciones sin planificación ni asesoramiento, ni auditoría
correspondiente.
La “carrera” de obstáculos y riesgos que deben correr
cotidianamente las personas con discapacidad motriz o movilidad
reducida, para trasladarse por la ciudad, no se soluciona con
rampas ni baldosas, ni discursos o propaganda oficial sobre el
tema.
Vemos como cambian y recambian periódicamente rampas
(llamativamente en poco tiempo y sin saber por qué tipo de causa
técnica o de mal funcionamiento), y sin un circuito práctico, ya
que en muchas esquinas están accesibles y en muchísimas otras
no. Sobre veredas rotas y desparejas o sin tener en cuenta
paradas de colectivos imposibles de ser utilizadas por personas
en sillas de ruedas que deben hacer peripecias para bajar el
cordón. Ejemplo: parada de Av. Monroe y Av. del Libertador,
líneas de colectivos 15 y 130.
Lo mismo con las baldosas especiales de esquinas para ciegos,
donde en muchos casos es evidente la falta de supervisión de
obra por la mala, errónea disposición o falta de las mismas.
Si nos estamos ocupando, entonces “ocupémonos en serio”.
Hacer por hacer es emparchar, empeorar, tirar los recursos
escasos por la ventana. Dejar de brindar soluciones para que
todos tengamos los mismos derechos y posibilidades.
No construir un entorno amigable y justo para todos.
Se pueden hacer las cosas bien. Siempre estamos a tiempo de
modificarlas y empezar de nuevo, pero el tiempo pasa, y hasta
que no ocurran accidentes evitables o atrocidades parece que no
reaccionaremos.
Este pequeño aporte es para y por la inclusión. Existe la Ley
24.314 que reconoce el derecho de todos, donde los otros y el
entorno deben velar por la integración e inclusión de las
personas con discapacidad.
Karina Tafra
Maestra Integradora |