Antonio Elio Brailovsky, escritor y economista especializado en historia ambiental sostiene que: “Buenos Aires creció con una actitud de negación de la naturaleza, como si la ciudad fuera una cosa distinta que el campo.
La decisión de entubar los arroyos es coherente con la idea de usarlos como cloacas. Se me ocurre que siempre imaginamos a la Ciudad plana como una mesa, sin relieves, y sin embargo tiene puntos altos y bajos, cuencas que desaguaban en los antiguos arroyos y bajos que siempre se inundaron. La topografía porteña se borró de nuestra memoria, así como también lo hicieron sus arroyos (hoy entubados) y sus zonas inundables. El comportamiento de un arroyo entubado es peor que a cielo abierto, porque libre, el curso de agua no tiene obstáculos y entubado sí, y al entubarse desaparece de la vista su zona de desborde natural. Se hizo para esconder las zonas de riesgo y generar valorización inmobiliaria”.
Historia del Vega
El nombre del arroyo, se debe a un antiguo poblador de su ribera. Su recorrido parte en el barrio de La Paternal, corta en diagonal desde Chorroarín y Donato Alvarez, continúa por esta calle hasta Holmberg, de allí a Juramento y por esta a Estomba. Al llegar a Mendoza tuerce ligeramente hacia la calle Superí; retoma su cauce por la calle Juramento hasta Conde. Diagonalmente llega hasta Freire y Echeverría; de ahí a Zapiola y Blanco Encalada donde dobla hacia Húsares y Monroe, debajo de la cual llega al Río de la Plata, al norte de Ciudad Universitaria.
Antiguamente sus desbordes lo hacían peligroso. Sus crecientes arrastraban animales y carros, destruyendo las viviendas. Los avances del río por un lado, y las aguas que bajaban atravesando las calles de Belgrano como un verdadero río, convertían al barrio en un lugar intransitable e insalubre.
Las inundaciones y el desborde del arroyo Vega, fueron una constante preocupación. En 1869 la Corporación Municipal determinó que había que abrir una zanja que permitiera la salida de las aguas estancadas cuando el arroyo bajaba. En 1884, el Congreso dispuso que el Poder Ejecutivo practicase estudios de nivelación y desagües de las zonas inundadas, entre las que se contaba Belgrano. No obstante los problemas del Vega no fueron resueltos.
El Vega no sólo era un peligro durante las inundaciones, también lo era por sus pésimas condiciones de salubridad. En 1908, el Ingeniero Francisco Beltrame, vecino de Belgrano, estudió y proyectó un sistema de colectores, por los que desaparecería el agua de las calles de Belgrano. El proyecto no prosperó y así fue que en los primeros días de mayo de 1911 se unieron una terrible sudestada y una lluvia intensa provocando que Belgrano se inunde. En 1934 comenzó la obra de entubado del arroyo Vega.
Las obras realizadas
En noviembre 2006 se inició la obra “Descarga Río de la Plata, a la altura de Ciudad Universitaria”, la cual finalizó en febrero de 2010, y costó unos 60 millones de pesos. Se realizó para permitir un control de la descarga del nuevo túnel aliviador mediante la construcción de una cámara cilíndrica vertical de descarga en el Río de la Plata.
El mal funcionamiento del sistema pluvial producía sistemáticamente problemas de inundaciones por dos motivos fundamentales:
1) Retardo de la salida de agua y funcionamiento a presión del conducto, generado por el remanso producido por niveles altos del Río de la Plata en coincidencia con tormentas en la cuenca.
2) Anegamientos e inundaciones de marcada importancia, fundamentalmente en el Barrio Parque General Belgrano (cercano a River), generado por el ingreso de las aguas del Río de la Plata, ante eventos de sudestadas, aún sin lluvias. Este fenómeno se daba por el retroceso de las aguas del río por la red de pluviales existentes.
A fin de independizar los niveles del Río de la Plata con las descargas del Arroyo Vega, se construyó una presa con trece dispositivos de descarga unidireccionales y dos estaciones de bombeo laterales, logrando erogar 22 m3/seg. La estructura comprende dos estaciones de bombeo en ambas márgenes de la salida del arroyo y una serie de compuertas que permiten combinar las alternativas posibles, y así, dar solución a los problemas considerando los escurrimientos unidireccionales hacia el Río de la Plata. Con estas obras, los problemas de anegamiento por sudestada quedan resueltos, ya que el accionar del río está independizado de la cuenca de influencia del Arroyo Vega mediante las trece válvulas unidireccionales ubicadas en la presa.
En abril de 2013 se inició la obra “Aliviador Monroe” que nace en Monroe y Húsares, y desemboca en el Arroyo Vega; el empalme se ejecuta antes del cruce de vía ubicado a metros de la Av. Cantilo. La misma finalizó en septiembre de 2013 y costó 53,5 millones de pesos. Con una extensión de 513,55 mts, se realizó un conducto rectangular de 4.5m x 3.15m y un caudal de 72 m3/s. Se estima que esta derivación aumentó el caudal en la desembocadura del Vega en el Río de la Plata en alrededor de un 40%, reduciendo la cantidad de agua que escurre por la calle durante eventos de lluvias intensas en su zona de influencia.
En diciembre de 2014 se inició la obra “mejora de la Eficiencia Hidráulica del Primer Emisario del Arroyo Vega” en la estructura del tramo Av. Balbín – 11 de septiembre del primer emisario del Arroyo Vega. La misma finalizó en agosto de 2016 y costó 32,9 millones de pesos.
Segundo emisario del Arroyo Vega
La construcción del segundo emisario del Arroyo Vega permitirá duplicar la capacidad de drenaje del agua, principalmente cuando caen lluvias intensas, y reducir los riesgos de inundaciones en las zonas vecinas al Vega en las comunas 11, 12, 13, 14 y 15. La excavación comienza a la altura de Costanera Norte, y a esa altura el túnel tiene un diámetro de 5,3 metros. Atraviesa la Ciudad por debajo de Aeroparque y se extiende a lo largo de la calle La Pampa. Pasa por debajo de las líneas D y B del Subte y llega hasta la calle Victorica, donde se conecta con un segundo tramo de menor diámetro. El primer tramo tiene 5,9 kilómetros de largo y el segundo, 2,5. Esta obra beneficia a 315.000 porteños.
En homenaje a Elisa Beatriz Bachofen, la primera mujer graduada en Ingeniería en Argentina y en toda América Latina, tras una votación, los vecinos bautizaron “Elisa” a la tuneladora que se utiliza para la construcción del segundo emisario del Arroyo Vega. Elisa fue la pionera de la inserción de la mujer en el ámbito de la ingeniería en Argentina. Con la experiencia previa de los túneles del Arroyo Maldonado se comprobó que el trabajo con tuneladoras generaba mucho menos impacto urbano. La tuneladora “Elisa” que tiene unos 120 metros de largo, será manejada con una consola por operarios, trabajando las 24 horas del día, de lunes a sábados. A medida que la máquina se adentre abriéndose paso en el subsuelo, se colocarán, de manera simultánea, las paredes del túnel con anillos conformados, cada uno, por seis dovelas (estructuras que forman un arco, en este caso de hormigón de 25 centímetros de espesor).