Una oportunidad para compartir un momento en comunidad para los vecinos jubilados del barrio.

El Instituto Nacional de Servicios Sociales para Jubilados y Pensionados popularmente conocido como PAMI, a través de su extensa trayectoria de casi medio siglo, ha dado diferentes y creativas respuestas a las necesidades de sus 4,8 millones afiliados en todo el país.

Hace 20 años se pensó en organizar un programa de beneficio o complemento alimentario para los afiliados de menores recursos; un subsidio para aquellos que cobran la jubilación mínima, viven en pensiones, hoteles, casa de familia o son propietarios de vivienda única y no cuentan con otros ingresos ni ayuda familiar.

Mensualmente se entregan en forma totalmente gratuita, bolsones con alimentos no perecederos en unos 200 centros de Capital. La otra modalidad del programa es la de “Comedor” que funciona de lunes a viernes. En esta zona se encuentran los comedores: Centro “Bajo Belgrano” en Bavio 3144; Centro “Saavedra” en Naón 3745 y el Centro “Colegiales” en F. Lacroze 2752.

Para organizar los comedores, Pami se apoya en los centros de jubilados que son el ámbito natural de desarrollo de actividades que permiten la socialización de los mayores. Estos centros se inscribieron como “Efectores Comunitarios” y prestan sus instalaciones y voluntarios para este fin.

Pero no todo se trata de comida; los comedores fueron diseñados para ser espacios de contención para los abuelos más vulnerables y que están solos. El principal objetivo es reunirlos por unas horas al mediodía para comer en grupo, sentirse en familia, entre amigos y compañeros. Que la hora del almuerzo sea un acontecimiento agradable, cálido y de expansión donde puedan conversar con otros, intercambiar vivencias, información, sentirse parte de la comunidad.

Los adultos mayores que concurren a los comedores tienen la posibilidad de participar también en otras actividades que le propone el Pami y los Centros; hay un amplio menú de talleres y actividades físicas y recreativas; además de los viajes y salidas grupales.

Entonces cuando un afiliado se prepara cada día para concurrir al comedor, está dejando atrás la soledad, el aislamiento, la depresión, el alto consumo de medicamentos, etc., para integrarse a la comunidad a través de actividades y momentos compartidos con sus pares.


Por Lic. Susana Godoy
Psicóloga de orientación junguiana, docente y escritora.
licsusanagodoy@gmail.com

Testimonios de concurrentes al comedor
“Centro Adherentes Saavedra” 5/2/18


Oscar Wiñaski:
“Venir al comedor para mi es un descanso para la mente respecto de las cosas diarias, las preocupaciones que tenemos siempre los jubilados, es muy lindo el encuentro diario con mi grupo con el que charlo durante las 2 horas”.

Hilda López: “El comedor me resulta una linda experiencia, me gusta porque hice nuevos amigos, la pasamos bien, reímos, hay sentido del humor, me siento contenta y agradecida de no tener que comer sola en mi casa; me siento feliz aquí.”

Rosa Curti: “Me gusta venir al comedor porque estoy acompañada como si fuesen de mi familia, son como una segunda familia para mi, acá encontré amigos.”

Efraín Rascovschi: “Como persona mayor me siento cómodo comiendo en compañía de otras personas mayores, y además economizo; el comedor y el bolsón mensual de alimentos es una gran ayuda para la jubilación mínima”.

José Bellin: “Me hace bien compartir con otros, uno se distrae, es bueno porque cosecho nuevos amigos, personas mayores como yo que están solas, somos una familia”.

Renata Kah: “Me gusta venir todos los días y encontrarme con compañeros para charlar y no comer sola en mi casa”.

Roberto Oppi: “Debido a la soledad me gusta venir para comer con amigos, veteranos como yo, también doy una mano a la gente de la cocina cuando hace falta, me gusta colaborar con el centro y quedarme después del almuerzo a jugar a las cartas un rato.