Este 8 de agosto de 2019 se cumple un año del cruel y doloroso paso de las impiadosas topadoras del Gobierno de la Ciudad que hicieron desaparecer las instalaciones del “Centro Recreativo Manuel Belgrano”, popularmente llamado: “Las Bochas”.

Ese era el lugar del encuentro de las personas mayores (los viejitos) y de los vecinos de todas las edades, el de los consuetudinarios amantes del juego de bochas y el de los escolares (especialmente los de la vecina Escuela Nº 8 de la calle Mendoza al 1000, que hacían picnics en el predio). Además allí convergían contingentes de jubilados, se hacían fiestas de cumpleaños y hasta no faltó la fiesta de casamiento de María Eugenia y Diego.

El Club nació en 1952 en La Pampa y Dragones por el impulso que le diera el entonces Presidente Juan D. Perón, colaborando con la construcción de dos canchas profesionales, conmovido al observar la precariedad de la cancha que habían improvisado los bochófilos de entonces.

Con el advenimiento de la Democracia, bajo la presidencia del Dr. Alfonsín y con el esfuerzo físico y el aporte de dinero de los jugadores de Bochas y amigos, se techaron las canchas, se construyó un salón para reuniones, con mesas para jugar a las cartas, dominó y sobre todo, para la charla de amigos. También se construyeron baños y las parrillas, ampliando el espectro de actividades, convirtiéndose en un verdadero centro de innumerables e inolvidables encuentros sociales.

No puedo dejar de mencionar algunas personalidades que le imprimieron no poca jerarquía a ese rincón nostálgico del Bajo Belgrano y siento que debo comenzar por dos amigos que me regaló la vida. Uno es Eduardo Delgado, conocido cariñosamente con el apodo de “Carucha”, un personaje que a minutos de conocerlo, es imposible no sentir un gran afecto por él y sentirse amigo. Carucha es un poco el alma y es también parte muy importante de la historia de “Las Bochas”. Él es coautor y testigo del desarrollo de ese hermoso lugar que profanaron las topadoras.

El otro amigo es Joaquín Ramírez, un joven militante de “Las Bochas”, que prácticamente pasó su niñez, adolescencia y juventud en ese Centro Recreativo y no se resigna a vivir sin ese lugar que siente que le arrancaron sin piedad. Poseedor de dotes de líder natural y fiel a esa noble lealtad que siente por “su Club”, hoy es el motor de la ”Agrupación Manuel Belgrano”, tomando el nombre del Club de Bochas para luchar por el restablecimiento del mismo y de ser posible (y lo es), en el mismo lugar. A ese anhelo nos hemos sumado muchísimos vecinos, inspirados por ese espíritu y entusiasmo que solo él le sabe imprimir.

Hace unos días, nos encontramos los tres en un café y estando con ellos, el tema central de la charla fue: “Las Bochas”. En minutos aparecieron los nombres de algunas figuras conocidas del barrio y de un poco más allá, que frecuentaban el predio, ya sea para jugar a las bochas o al chinchón o hacer unos ricos asados en las parrillas. Y allí, en esa nómina aparecieron, entre otros: la del recordado René Houseman y del Beto Alonso; el actor Luciano Castro; el golfista Mauricio Molina, que festejó su Campeonato Metropolitano de Golf con un asado para todos los caddies y don Américo, un vecino de más de 90 años, que todos los días llegaba a las 17 horas, se sentaba a una mesa y se fumaba su clásico habano, mientras hacía su habitual partida de chinchón.

Carucha también recuerda al papá del futbolista Javier Saviola, otro amante de “Las Bochas”, cuyas cenizas descansan en ese querido espacio, junto a las de Juan Delgado (a) “Cacho”, hermano de Carucha, que lo ayudaba en las múltiples tareas que ambos realizaban, para que todos disfrutaran de esos momentos tan agradables. Aquí las lágrimas de Carucha fueron inevitables y nos obligó a que cambiáramos de tema. Allí quedaron sus recuerdos llenos de nostalgia y de dolor, mientras con Joaquín lo animábamos, asegurándole que vamos a reconstruir ese hermoso lugar, rodeado de bellos árboles y aire puro.

Cada sábado al mediodía y si no llueve (porque ahora no tenemos más el techo), nos congregamos en La Pampa y Dragones, en el lugar donde estaba “Las Bochas”, todos los que nos vamos sumando a la Agrupación y sentimos amor por el barrio, por sus costumbres y por la memoria de nuestros mayores. Allí cocinamos un sustancioso guiso, que compartimos entre todos y que es modesto, pero tiene un sabor muy especial, que es el que nos da la fuerza para luchar y la esperanza de reconstruir lo que unas malditas topadoras destruyeron en horas de la madrugada, de un tristísimo 8 de agosto de 2018.

Carlos M. Durañona
(Integrante de la Agrupación Manuel Belgrano)