Belgrano tiene una enorme riqueza por sus lugares culturales, artísticos, comerciales y gastronómicos. También por muchas personalidades destacadas que habitan el barrio. Pero hay un vecino muy especial y particular por la labor que desempeñó durante casi medio siglo. Se trata de Carlos Gómez quien fue el mozo de Casa Rosada durante 48 años atendiendo a 20 presidentes, a muchos de los cuales también sirvió como valet.

La historia laboral de Carlos comienza durante la década del 50/60, en Belgrano, donde había un comercio muy particular: un restaurant para autos. Se llamaba “Bandera Verde” y se ubicaba en La Pampa al 800. Allí la gente acudía con su vehículo y se les servía el pedido. El creador de la idea fue el padre de Carlos. Y ahí él, siendo chico, comenzó a dar sus primeros pasos como mozo.

¿Cómo era el negocio de tu padre?

Comencé a trabajar ahí a los 16 años cuando mi papá me preguntó si quería seguir estudiando o trabajar, y le dije que quería empezar a trabajar. Mi padre alquilaba un local gastronómico en la calle La Pampa entre Ramsay y Castañeda que abría a las seis de la tarde y a veces cerraba a las cinco de la mañana. Atendíamos a las parejas que venían en los coches. Ellos hacían su pedido y nosotros se los poníamos en unas bandejas especiales prendido de una prensa en la puerta del auto, bajando la ventanilla. 

¿Cuántos años tuvo ese negocio tu padre?

Alrededor de seis años. Una disposición municipal acabó con el negocio pues se prohibió el estacionamiento en la zona.

¿Cómo siguió tu vida?

Había empezado a trabajar de barman en un bar por el Centro, en Florida y Corrientes. Trabajaba ahí los sábados, domingos y feriados de 19 a 23 horas.

¿Jugabas los torneos de fútbol con los choferes de la línea 107?

Sí, porque la línea 107 terminaba su recorrido a la altura del negocio de mi papá, ahí tenían la terminal y entonces me hice amigo de los choferes. Los muchachos me invitaban a participar de un torneo de fútbol entre colectiveros de línea. Salimos campeones. También  jugué en Excursionistas, hice las inferiores allí y llegué a jugar en Primera.

¿Cómo se dio tu ingreso para trabajar como mozo en Casa de Gobierno?

Un colectivero de la línea 107 ingresó a trabajar como chofer a Casa de Gobierno. Era amigo mío y le pedí si podía darme una mano para hacerme ingresar a trabajar a la Casa Rosada. Enseguida fue y habló para recomendarme y me aceptaron. Pero hubo un problemita que lo tuve que bancar como dos meses y que me imposibilitaba ingresar a trabajar: cuando hicieron la averiguación de mis antecedentes para contratarme, saltó una infracción. Era una boleta que me hicieron en el negocio de mi papá por temas de habilitación. Fue un día que yo estaba a cargo del local y vino un oficial de policía de la 33 con un talonario de multas y dijo: “acá no se ve nada”, cuando tenía encendida una araña con nueve lámparas que hacía que el negocio parezca la Avenida 9 de Julio de la luminosidad que tenía. Tenía ganas de matarlo. Como la boleta la firmé yo, quedó mi nombre. Al final eso se solucionó y pude ingresar a trabajar a Casa de Gobierno.

Pasaste de jugar al fútbol con los colectiveros y hacer vida de barrio, a estar en un contexto totalmente solemne y protocolar ¿Te costó la adaptación?

No me costó. Enseguida me adapté porque el trabajo era el mismo que ya venía haciendo y que conocía: ser mozo.  Por supuesto que el trato con la gente en la Casa de Gobierno es más solemne pero no me costó por la educación que me dio mi padre y mi familia.

Los políticos de alto rango jerárquico pueden tener mucho ego. Sin embargo, vos has atendido a 20 presidentes y todos te aceptaron.

Siempre fui una persona educada y ubicada. Traté a todas las personas por igual, sin importar si eran de un partido o del otro. Atendí a 20 presidentes y cada cual tenía su forma de ser y su personalidad. Lo que me honra es que en los 48 años que estuve trabajando en la Casa Rosada, nunca tuve un problema con nadie. Muchas veces atendía a los presidentes de forma personal, en sus cumpleaños o los de sus hijos.  Cambiaban los presidentes y yo me mantenía en el puesto. A varios de los que hacían lo mismo que yo, los cambiaron de lugar o los mandaron a otra secretaría, en cambio a mí no.

Has atendido de forma personal al General Perón en sus últimos meses de vida.

Sí, cuando Perón ya estaba mal de salud y se hospedaba en la Quinta de Olivos me mandaron a mí a atenderlo personalmente. Fueron más o menos tres meses.

Fuera de los políticos, ¿qué celebridades has conocido gracias a tu trabajo?

Ayrton Sena, Michael Jackson, los Rolling Stones, Xuxa. Muchísimos personajes.

Has dicho que nunca le diste bolilla a la política, que te importaba más saber de Excursionistas.

Totalmente. Yo iba a trabajar, la política no me importaba para nada. Iba a cumplir con mi tarea que era esperar que llamasen del despacho presidencial para que los atendiera y les sirviese lo que pedían. Si bien mi tío militaba en el peronismo cuando yo era chico y una vez me llevó cuando Perón y Evita inauguraron la ciudad infantil y estudiantil y allí tuve una anécdota grande. Era la época de los Reyes Magos y cuando llegué cerca de donde estaban Perón y Evita, ella me acarició y me regaló una bicicleta.

¿Siempre viviste en Belgrano?

Nací y siempre viví en Belgrano. Me conocen hasta los perros de la zona.

¿Cómo viajabas de Belgrano a la Casa Rosada?

En colectivo. Me tomaba el 130 y me dejaba justo en la puerta de la Casa Rosada.

Además de mozo has sido valet de los presidentes.

Sí, también viajé como valet de algunos presidentes, siempre íbamos en el avión presidencial. Durante los viajes me ocupaba de las ropas de los presidentes.

¿Cómo era jugar al golf con Menem?

Un recuerdo muy importante que tengo en mi vida fue cuando Carlos Menem me llevó a Panamá para un homenaje al boxeador “Mano de Piedra Durán”. Uno de los días, en una especie de casa quinta gigante, jugamos al golf. Yo ya sabía jugar y cuando me tocó el turno le pegué muy bien, llegué al Green. Menem se sorprendió porque no sabía que jugaba.

¿Con Alfonsín tenés alguna anécdota?

Cuando lo conocí a Raúl Alfonsín, un señor con todas las letras, viví un momento que me quedó en el recuerdo para siempre. Nos presentó otro muchacho y le dijo que yo había sido valet de varios presidentes y que iba a empezar a trabajar con él. Raúl me dio las felicitaciones, me puso una mano en el hombro y me dijo: “dónde hay un mango viejo Gómez”, haciendo referencia al tango.

¿Con Néstor Kirchner hablabas de fútbol?

Sí. Mi hermano fue jugador de la Primera de Racing y yo jugué en Excursionistas y teníamos mucha amistad con el Loco Houseman que era del barrio. En un momento René estaba en un momento complicado de su vida y necesitaba una mano. Un día lo fui a atender a Néstor y en el ínterin escuché que estaba hablando con otros ministros de que le estaban dando un viático a Raúl Bernao, un ex jugador de Independiente. Yo me interpuse en la conversación, con respeto, y le dije a Néstor que era amigo de Houseman y que andaba necesitando una ayuda. Néstor accedió inmediatamente a darle el viático.

¿Qué lugares del barrio frecuentabas?

Enfrente de mi casa había un lugar para gente jubilada donde iba a jugar a las bochas, al truco, comer un asado. Ahí pasé mucho tiempo con el papá de Javier Saviola. Después iba a Excursionistas a ver los partidos.

Carlos Gómez nació y vivió siempre en el barrio. Hoy con 82 años, ya jubilado, disfruta de la vida en el Bajo Belgrano.

@DamianGiovino

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