Amanda Allen

El 14 de Julio de 1949 se inauguró la Ciudad Infantil Amanda Allen. Su obra se extendió en tan solo 5 meses y 20 días de trabajo continuo a cargo de la Fundación Eva Perón en el marco de la creación de decenas de Hogares-Escuela en todo el país. En el encuadre legal proporcionado por la la ley Simini se impulsó este proyecto que cubría la educación de los niños y niñas humildes, de pocos recursos, con o sin familias, desde los 2 años hasta los 6. Asistían diariamente unos 700 niños de los cuales la mitad residían de forma permanente en el Hogar-Escuela. Los pequeños estudiantes tenían garantizados el desayuno, el almuerzo y la merienda y para los residentes solamente, también la cena. En su libro La Razón de mi vida, Evita cuenta que dejó la arquitectura para los profesionales que trabajaban en la Fundación, pero que ella misma se encargó de sus interiores. Hacía hincapié en que sus características debían ser amables para los niños. “En mis hogares ningún descamisado debe sentirse pobre. Por eso no hay uniformes denigrantes. Todo debe ser familiar, hogareño, amable: los patios, los comedores, los dormitorios. He suprimido las mesas corridas y largas, las paredes frías y desnudas, la vajilla de mendigos, todas estas cosas tienen el mismo color y la misma forma que una casa de familia que vive cómodamente. Las mesas del comedor tienen manteles alegres y cordiales y no pueden faltar las flores; que nunca faltan en cualquier hogar donde hay una madre. Las paredes deben ser también así, familiares y alegres: pinturas agradables y evocadoras, cuadros luminosos”.

La educación inicial contemplaba métodos como el Montessori, Froebe, orientados al aprendizaje a través del juego, contaban con clases como música, huerta, danza, etc. Por la tarde, después del almuerzo y descanso disfrutaban del parque delantero que se caracterizaba por poseer una ciudad a pequeña escala que contaba con almacén, banco, 4 casitas individuales, iglesia, estación de servicio, y un pequeño lago artificial con puente llamado “derechos de la ancianidad” y una plazoleta “derechos del trabajador”. El predio incluía una pileta para la práctica de natación, un salón teatro/cine en donde disfrutaban de orquestas, obras de teatro y cine los días miércoles y domingos. El Hogar-Escuela tenía una oficina de asistencia social para el seguimiento caso por caso de los estudiantes, médicos y enfermeras las 24 horas y dentista.

La Ciudad Infantil fue la realidad efectiva para pensar un país donde la infancia era de suma importancia. En su discurso inaugural Eva dijo: “El país que olvida a sus niños renuncia a su porvenir”. Eva Perón la visitaba mucho. Cuando ya estaba en cama, un día se levantó, sacando fuerzas de donde no las tenía, pidió un auto y se fue a revisar la Ciudad Infantil, y a decirle al personal: “cuídenmela después que yo muera, que siga igual que hasta ahora”. Testimonio de Teresa Inés Sáenz de Miera.

Lamentablemente el odio pudo más que el amor. Con el golpe de la mal llamada “Libertadora”, la Ciudad Infantil, conocida y admirada en el mundo como un ejemplo en contención y educación de la infancia desvalida, fue asaltada por las tropas. Sus pequeñas casitas, que reproducían los edificios clásicos de una ciudad, y un enorme comedor que alimentaba a centenares de niños por día fueron aplastados por los tanques y sus piscinas fueron cegadas con cemento.”, comenta Felipe Pigna en su libro “Evita, Jirones de su vida”.

Lo poco que quedó de la Ciudad Infantil se transformó en lo que actualmente conocemos como IREP, un hospital dedicado a la recuperación psicofísica. En el 2013 se declaró la Ciudad Infantil como Monumento Histórico Nacional. Actualmente el IREP corre riesgo de cerrar sus puertas gracias al decreto de Horacio Rodríguez Larreta conocido por 5×1. Los trabajadores se mantienen en lucha por la salud pública y por el cuidado del Monumento Histórico Nacional.

Este lugar histórico de nuestro barrio queda en la calle Echeverría 955.

Evangelina Acevedo

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