Históricamente las pandemias han producido descalabros económicos, han afectado gravemente la salud de la población mundial y además han producido notables modificaciones en las costumbres gregarias de los humanos.
En nuestro país, a partir del 20 de marzo de 2020 irrumpió el coronavirus en nuestras vidas. De repente se instaló la frase “Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio” que nos obligaba a permanecer en nuestras casas con el mínimo contacto social posible, ya que el otro, de ser nuestro hermano, amigo, amante, compañero de ruta, pasaba a ser un peligro. El cuerpo del otro antes habitado por nuestros amigos y amores pasaba a ser un cuerpo peligroso que podía contagiarnos y del que había que estar lejos.
¿Cómo vivir sin la calidez del abrazo y del beso, sin el café y los asados compartidos, sin el fútbol, el partido de paddle ,la caminata o el gimnasio? ¿Cómo vivir con esta sensación de encierro y de peligro inminente ante un virus que no respeta a nada y a nadie y ataca a todos por igual? ¿Puede la virtualidad de la imagen en la pantalla reemplazar el abrazo, la cercanía física? Alguien dijo “estamos viviendo algo sin precedentes, en un mundo que está completamente anormal”.
Con respecto a las muchas pandemias que antecedieron, nosotros tenemos la ventaja de que el coronavirus fue detectado rápido y los investigadores trabajan para contrarrestarlo. Es probable que más temprano que tarde esté lista la vacuna salvadora.
Ahora bien, ¿cómo podemos enfrentar todas las dificultades que trae aparejado el encierro? Si bien nosotros gozamos de muchísimas ventajas con respecto a nuestros antecesores en estos padecimientos, mucho más atrasados en cuanto a recursos epidemiológicos y tecnológicos, ¿nos resulta todo esto suficiente?
En efecto, se ha generado una corriente comunicativa vía plataformas y redes sociales, sin precedentes. Hoy se puede participar en las más diversas actividades tanto laborales como recreativas por estas vías, sin contar la enorme cantidad de plataformas de películas, conciertos, espectáculos teatrales y entretenimientos diversos.
Con este panorama, ¿qué le pasa a la persona que se angustia, que se siente encerrada, que le resulta muy difícil enfrentar la soledad, que las redes no le sirven para paliar su sentimiento de aislamiento?
Estrés, irritabilidad, insomnio, estado de ánimo cambiante, explosiones de ira, y agotamiento emocional, suelen ser moneda corriente, acompañadas algunas veces de síntomas físicos como dolores de estómago, nauseas, migrañas, etc
La convivencia con la pareja o con otros familiares, al transcurrir tantas horas juntos, compartiendo un mismo espacio tanto para lo laboral como para las relaciones interpersonales, puede producir trastornos en las relaciones afectivas ,o bien disfunciones laborales. Asimismo, quienes viven solos, pueden sentir un vacío angustiante que ninguna de las actividades más arriba citadas de las citadas parece calmar.
Como profesional de la salud aconsejo a mis pacientes no descuidar sus intereses ni sus rutinas e incluso descubrir nuevos gustos o habilidades que pueden oscilar desde aprender a tocar un instrumento, desarrollar habilidades culinarias, practicar yoga, profundizar su amor por la lectura o por la música, disfrutar de los beneficios de las plataformas de películas online.
Es fundamental comunicarse como se pueda, ya sea por teléfono, videollamada, Whatsapp, Zoom, redes sociales. Los afectos amados: hijos, amigos, padres, parientes, colegas con sus palabras cariñosas pueden ser un apoyo fundamental. Asimismo, poder intercambiar vivencias, preocupaciones y esperanzas ayuda enormemente a no sentirnos solos.
Por último, tampoco debemos descuidar el tema de la readaptación a la vida post pandemia. Volver a salir puede puede ser una anhelada bendición para muchos , pero para otros puede resultar traumático y difícil después de tanto tiempo de aislamiento.
Lo cierto es que llevaremos en nuestro ánimo las huellas de la desconfianza hacia el cuerpo del otro, frente a la cual cada persona deberá elaborar sus respuestas para abordar nuevamente la vida en sociedad.
Es probable que sea necesario acostumbrarnos a nuevas formas de trabajar, desde la generalización por parte de las empresas del home office o bien, en los lugares habituales, aprender a respetar nuevos protocolos de seguridad. Los niños y jóvenes regresarán a clases respetando también protocolos de seguridad que seguramente influirán en su forma de relacionarse.
En estos momentos tan difíciles es importante disponer de un espacio terapéutico para ser escuchado y contenido por el profesional psicólogo que ayude a transitar este complejo camino, guiando al consultante a re encauzar su vida en esta realidad nueva, tan diferente, apuntando a mejorar sus vínculos afectivos y su capacidad laboral y de gozo de la vida.
Personalmente, como profesional psicóloga, tengo mucha experiencia en la atención online, la practico desde hace años con pacientes que se han radicado en el exterior y me han elegido para continuar con sus tratamientos, y actualmente también con mis pacientes de CABA .
Considero que es un excelente recurso que permite llevar adelante los tratamientos en forma muy satisfactoria. Solo es necesario encontrar un lugar íntimo y tranquilo para poder recibir la atención del terapeuta. La consulta online no impide que se pueda crear el clima de confianza y tranquilidad necesarios.
Lic Adriana Lisondo
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