Miguel, un vecino de la Plaza Mafalda, preocupado por la situación que se vive por las noches en aquel espacio verde, escribió el siguiente texto.

Los espacios verdes públicos de la ciudad de Buenos Aires constituyen uno de los principales articuladores de la vida social. Cumplen funciones de oxigenación, disminuyen la contaminación que producimos los seres humanos y además, cumplen funciones sociales y estéticas.

Con la pandemia y antes también, los espacios públicos y plazas como Mafalda, ubicada en el barrio de Colegiales, se han convertido en lugares de encuentro, de integración y de intercambio social. Esto ha generado que adquieran un valor simbólico. Se festejan cumpleaños, se realizan actividades aeróbicas y recreativas, promoviendo la diversidad generacional de los vecinos. Con lo cual la plaza como espacio verde se ha resignificado, integrando e incorporando nuevas personas y nuevas prácticas que antes de la pandemia no se realizaban. Esto conlleva que su función principal tienda a ser desplazada para convertirse en un espacio más funcional.

La plaza durante el día es un espacio de charlas, de encuentros con amigos y familiares, de niños corriendo, divirtiéndose, jugando y reconectándose con la naturaleza. El problema que surge con estos cambios, se produce cuando cae el sol y la oscuridad se apodera de la plaza. Desde mediados de Septiembre, se han organizado numerosas fiestas nocturnas que comienzan aproximadamente a las 23 horas y duran hasta las 5 o 6 de la mañana. En estas fiestas los gritos de las personas y la música a todo volumen que se esparce de forma expansiva por la plaza, han generado que estemos viviendo un verdadero calvario. Se hace imposible dormir y descansar durante la noche.

A su vez, paulatinamente se han ido sumando en la plaza nuevos eventos sociales y culturales, como espacios de cine con más de 50 personas, cumpleaños con disck jockey y barras con múltiples bebidas alcohólicas. Más de cien personas, sin barbijo y alcoholizadas, se expresan mediante gritos sin percatarse de los efectos nocivos que provocan en el descanso de los vecinos. Estas personas, a su vez, utilizan al espacio verde como si fuese un baño público. Los pequeños murales de Quino desperdigados por la plaza se transforman en los principales mingitorios de la zona.

No respetan el aislamiento social preventivo y obligatorio (ya que no usan barbijo ni respetan las distancias recomendadas), ponen música a elevado volumen de forma reiterada y dañan el espacio público. Este comportamiento, ¿constituye un delito, una contravención o una falta de responsabilidad cívica?

Esta pandemia nos obliga a cuidar al otro y reflexionar las consecuencias de nuestros actos y conductas pero lamentablemente desde hace semanas la empatía, el respeto hacia el otro y la convivencia armoniosa, se han perdido en una parte del barrio de Colegiales. La plaza Mafalda por las noches se ha transformado en un verdadero descontrol y en una pesadilla para los vecinos.

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