Cuando hay un espacio donde proliferan las pasiones, algún espíritu extraviado queda haciendo sus travesuras. Es una afirmación que pocos se atreven a negar. No hace falta traer algún chamán u otro personaje esotérico. En forma mucho más poética nos lo cuentan Serrat en “Los fantasmas del Roxy” y Oscar Wilde en “The Canterbury Ghost”. Para entender lo que voy a contar, invito a los lectores a repasar alguna de las dos poesías. Algún purista me dirá que el de Oscar Wilde es un cuento en prosa. Pero el que lo leyó sabe que es poesía pura.

El barrio de Belgrano fue una zona de actividades hípicas. En Crámer y La Pampa funcionó en 1850 el Circo de las Carreras. Por esa época, en la zona de la actual estación Rivadavia hubo carreras “a la inglesa” en el Hipódromo White. Este hipódromo se mantuvo hasta 1866 cuando la tormenta de Santa Rosa destruyó sus instalaciones. El 7 de mayo de 1876 se inaugura el Hipódromo Argentino o Hipódromo de Palermo en el predio que hoy funciona el actual Hipódromo Argentino de Palermo. Las instalaciones eran de madera, y mucho más modestas que las actuales.

Cuando en 1883 el recién inaugurado Jockey Club se hace cargo de la operación del Hipódromo Argentino, un grupo de socios con el Coronel Bosch a la cabeza se separa de la institución y compra una fracción de 47 hectáreas en la zona delimitada en la actualidad por la avenida Monroe, la avenida del Libertador, la avenida Udaondo y las vías del hoy Ferrocarril General Belgrano. En parte de ese predio donde se emplaza en la actualidad el Barrio Parque General Belgrano y Nuevo Belgrano (conocido como Barrio River), construyen el Hipódromo Nacional, con dos pistas, una interna de vareo y la externa para las carreras oficiales. Este hipódromo se inaugura el 14 de agosto de 1887, con siete carreras oficiales.

La entrada oficial del Hipódromo Nacional estaba en Congreso y Libertador y las tribunas en Almirante Betbeder entre Rafael Hernández y Ernesto Bavio. El sector sur de la pista corría sobre la actual Dr. Victorino de la Plaza. El sector norte estaba sobre el actual predio del club River Plate. En carrera, los caballos se desplazaban en el sentido contrario al de las agujas del reloj. Desde un principio el Hipódromo Nacional (el de Belgrano) fue el más popular, el Argentino (de Palermo) el más aristocrático. La popularidad del Nacional la marca el dicho “Estar en Pampa y la Vía”. La zona de Studs se desarrolló al sur de Monroe, entre Avenida del Libertador y las vías. Muy rápidamente los Studs cercanos al Hipódromo Nacional tuvieron vida propia. Y el hipódromo arrancó con una enorme popularidad.

Pero el Jockey Club, de la mano de la elite de los 80 tuvo un crecimiento impensado. Rápidamente fue uno de los centros más importantes de la alta sociedad porteña. Los haras más importantes adhirieron al Jockey Club, y por arrastre al Hipódromo de Palermo. La competencia se tornó muy difícil, y en 1911 el Hipódromo Nacional debió cerrar sus puertas. Subsistió uno años como pista de vareo, pero en 1920 la topadora puso fin a un sueño. Algún espíritu travieso ha quedado dando vueltas. De eso no tengo ninguna duda…

Fantasmas de River

En 1934 el club River Plate compra la fracción entre Figueroa Alcorta y las vías del Ferrocarril Gral Belgrano. Y en ese predio construye su estadio. Por razones misteriosas el estadio se inaugura sin la tribuna norte, ¿adivinen el nombre popular? Exacto: “Herradura Monumental”. Una casualidad, un homenaje, travesuras de un duende. The Canterbury Ghost. Llámenlo como les guste. Pero sin duda la herradura es un símbolo del turf. El estadio se inauguró en 1938 y siguió como herradura hasta fines de la década del 50.

En 1957 River vende en diez millones de pesos a Enrique Omar Sívori, su estrella, a la Juventus, y destina ese dinero a construir la tribuna norte, y cerrar la herradura. No les tengo que contar qué pasó. River, el más ganador en campeonatos locales, no pudo ganar otro campeonato. Casualidad, homenaje, travesuras de un duende. Los Fantasmas del Roxy. No tengo explicación. A partir de 1958 River, con grandes figuras, por un motivo u otro siempre tenía un percance que le hacía perder el campeonato. En los años de malaria de River hubo cantidad de episodios inexplicables, o al menos difíciles de explicar. 17 años en los que detalles le impidieron a River ganar el campeonato.

¿Cómo se exorcizó la malaria?

En 1975 River contrata como entrenador a Labruna, quien fue un destacado futbolista y un gran goleador. Integró la delantera del equipo conocido como La Máquina. Una vez retirado tuvo destacada participación como entrenador de Platense, Rosario Central y Talleres. Pero además de sus pergaminos en el fútbol Labruna tenía dos características, que para esta historia no son menores. Era vecino del Barrio Parque Gral Belgrano y Nuevo Belgrano (Barrio River). Desde su época de futbolista vivía en la Avenida Lídoro Quinteros. Sin duda el duende lo conocía.

Además Labruna era un fanático del hipódromo. Cuando en los finales de su carrera como futbolista, le preguntaron cómo hacía para mantenerse en forma, respondió “subiendo y bajando las escaleras de Palermo”. ¡El duende no le podía hacer una travesura a Angelito! Y así, con un equipo armado por él, con pocas figuras y varios pibes de las inferiores, en 1975 Labruna rompe el maleficio y se consagra campeón con River Plate. Roto el maleficio River volvió a ser el equipo ganador que había sido.

Amigos burreros del barrio me cuentan que a horarios insólitos se escuchan campanas, y me aseguran que no son las de Santiago Apóstol, son “Campanas de Largada”. Debido a la cuarentena por la pandemia no pude ir a la parroquia y tuve que pedirle a una amiga, vecina del barrio, que pregunte en la iglesia Santiago Apóstol en qué horario tocaban las campanas. El párroco le dijo “tenemos un campanario muy lindo, pero hace muchos años que no podemos repicar las campanas. Hace tiempo que dejaron de funcionar y no se las pudo hacer sonar nuevamente”. Casualidad, homenaje, travesuras de un duende. The Canterbury Ghost. Llámenlo como les guste. No tengo explicación. Pero si escuchan campanas no son las de Santiago Apóstol. Hay quienes me dicen que cruzando distraídos Victorino de la Plaza sintieron un tropel como de caballos al galope. Casualidad, homenaje, travesuras de un duende. Los Fantasmas del Roxy. Llámenlo como les guste. No tengo explicación.

Este año River decide hacer modificaciones en su campo de juego. En las excavaciones aparecieron tres herraduras, seguramente de la época del Hipódromo Nacional. ¿Se abre un nuevo capítulo?

Juan Trigo
Cronista especializado en temas de Turf