El área hoy comprendida por Barrancas se llamaba “La Calera”. Se ubicaba en los suburbios de Buenos Aires, alejada al casco histórico porteño, inhóspita, y solo se accedía para extraer recursos. En 1726 construyeron por allí la “Capilla de los Franciscanos”.

Con el tiempo la zona se convirtió en un paseo público. La parte de Barrancas ubicada sobre la calle La Pampa, es antrópica, es decir, construida por el hombre, no existía en sus inicios. Bajo el mandato de Virrey Vértiz se empezó a urbanizar más el área dejando de ser rural, con construcciones de viviendas fijas de ladrillos y no de adobe, pavimentando veredas y calles de empedrado. En 1862 se tendieron al pie de las Barrancas, las vías férreas del Ferrocarril del Norte, actual Mitre, y se colocó un terraplén para contener las aguas del río y secar los terrenos, ya que hasta mediados del siglo XIX el Río de la Plata llegaba hasta el borde de las Barrancas. Estas obras cambiaron la fisionomía de la zona.

En las Barrancas hay más de 60 especies vegetales, como ombúes, palmeras, magnolias, robles, madreselvas y ceibos. La parquización del lugar fue diseñada en 1892 por el célebre arquitecto paisajista francés Carlos Thays.

Si de Barrancas hablamos, indefectiblemente tenemos que remarcar su lugar más emblemático: “La Glorieta”. Se ubica en la segunda manzana, entre las calles 11 de Septiembre, Sucre, Virrey Vértiz y Echeverría. Fue construida en 1910 y su nombre rinde homenaje a Antonio Malvagni, el creador y director de la Banda Municipal de

Buenos Aires. Su base es de material, pero todo lo demás está construido en hierro. Las columnas son delgadas y bastante ornamentales, corresponden a lo que en arquitectura se conoce como estilo de la Revolución Industrial en donde se usaba el hierro como material de gran resistencia para diversas estructuras. Se accede por medio de una escalera de mármol de carrara. Su techo, en forma de pagoda, está sostenido por las columnas y, originalmente, tenía el piso de madera hasta que en 1992 sufrió un incendio. Años después fue reconstruida y se hizo el piso con baldosas graníticas.

Además de la belleza natural de su frondoso espacio verde, Barrancas posee otros encantos como su arquitectura. Hay una edificación con mucha riqueza histórica: la casa-quinta de Valentín Alsina (11 de Septiembre 1918/50). Fue construida por el 1856 y es uno de los pocos testimonios vivientes de la arquitectura italianizante. Cuando el político emigró, los vecinos del pueblo de Belgrano compraron las manzanas de la estancia a la Municipalidad, para convertirlos en paseo público. Fue declarada Monumento Histórico Nacional en el año 1977.