El sábado 16 de octubre de 2021, vecinos de Núñez se dieron cita en la emblemática plaza Félix Lima (ubicada entre las calles Arias, Ramallo, Cuba y Arcos) para manifestarse en un airado rechazo sobre la nueva política urbanística que el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires quiere imponerle al barrio.
Desde su fundación, en 1873, Núñez fue creciendo y su fisonomía fue cambiando a lo largo de los años. En un principio era un barrio obrero con casitas que comenzaban a proliferar en las cercanías del tren. Luego se instalaron numerosas fábricas (Corona, La Carbonera, Atma, Gillette, Zagazola, etc) a lo largo de la Av. Del Libertador (ex Blandengues) y aledaños, que ofrecían trabajo a muchos de sus habitantes. A su vez se fue gestando la proliferación de Clubes desde Av. Udaondo hasta la Av. Comodoro Rivadavia, donde se encontraba a cielo abierto el actualmente entubado Arroyo Medrano con sus sauces llorones decorando sus orillas. En ese entorno el barrio se jactaba de tener instituciones centenarias como ser el Club Tiro Federal (el cual fue vendido y mudado recientemente), el club de Obreros Municipales, Obras Sanitarias de la Nación, el Club Atlético Defensores de Belgrano con su estadio desde 1911, el club Ciudad de Buenos Aires fundado en 1920, entre otros. El área que va desde la calle Besares hasta la Av. Gral. Paz, desde la vía hasta Vuelta de Obligado, era una zona de quintas y casonas residenciales muy pintorescas, en lo que más tarde se llegó a conocer como “Las Lomas de Núñez”.
Pasaron los años y el barrio se fue consolidando con el trinar de los pájaros y el sol filtrándose en sus calles entre las diversas especies de árboles y palmeras históricas dentro de muchas residencias. Se respiraba aire puro y la identidad y pertenencia barrial, eran moneda corriente. Poco a poco el avance, el progreso y los negocios inmobiliarios fueron cambiando las cosas. En los últimos veinte años, este cambio tomó un ritmo vertiginoso; primero a partir de los 90 cuando las fábricas fueron cerrando o vendiendo sus amplísimos terrenos ante ofertas suculentas en dólares por parte de grupos empresarios, para dar lugar a las nuevas torres con vista al Rio. Luego fueron blanco de dicho apetito inmobiliario los clubes, logrando hace pocos años hacerse del inmenso terreno del club Tiro Federal. Varios colectivos de vecinos comenzaron a percibir estas embestidas y expresaron en abrazos simbólicos su descontento pero lamentablemente no tuvieron éxito.
Ahora una nueva ola de modernización, despojo, arrebato y cemento se ciñe como una inmensa sombra sobre el corazón del barrio. El nuevo código de urbanización eliminó el FOT como categoría para determinar la posible superficie construible y los convenios urbanísticos que funcionan como verdaderas excepciones a propuestas de los emprendedores inmobiliarios privados e impulsados por el GCBA. Se sancionan sin tener para nada en cuenta la historia, cultura, identidad y patrimonio que arrasan a medida que aprueban estas normas, siendo el modus operandi para resolver rápidamente el negocio y evitar obstáculos legales.
En su afán de construir para lucrar con la instalación de edificios de lujo, las topadoras y retroexcavadoras destruyen y aniquilan la identidad barrial, la historia, el verde y la biodiversidad. Una de las emblemáticas casonas que ya es solamente polvo, es la “Qui si Sana” construida en 1908 sobre la calle O’Higgins al 4500. A la vuelta de esa esquina, otra tradicional residencia fue devenida en escombros, allí se espera la construcción de un condominio de más de 20 unidades con piletas privadas.
Ante esta situación decimos: “basta de destruir nuestro barrio” como grafica una de las banderas que se desplegaron a pleno sol sobre la plaza Lima el pasado sábado. Nos oponemos de forma contundente y categórica al nuevo código urbanístico. La iniciativa fue de Matías Amica quien dio el puntapié inicial conversando puerta a puerta con los vecinos y visibilizando el conflicto. Así fue que se comenzaron a colgar banderas en las casas bajas del barrio que iban adhiriendo, las que expresan “No al nuevo código de urbanización”, se creó el Colectivo “Vecinos Unidos de Núñez” y se estipuló el primer encuentro.
Los vecinos destacan que la unidad proviene del “amor al barrio donde elegimos vivir y para que sean felices nuestros hijos”. La Plaza Lima fue el punto de reunión, ya que justamente en una de sus esquinas se planifica la construcción de dos torres en altura que dejarían a gran parte del espacio verde bajo la sombra.
Fueron más de un centenar los vecinos que se acercaron a hacer oír su voz. Entre los concurrentes se hicieron presentes miembros del colectivo barrial “Colegiales Participa y Decide” que hace años mantiene una lucha por la recuperación de las tierras públicas de los terrenos ferroviarios del Playón de Colegiales para la creación de un parque verde público. También asistieron vecinos integrantes del consejo Consultivo Comunal 13 y destacaron que “la participación vecinal es la herramienta fundamental para hacer visible estos reclamos y aspirar a un resultado positivo”. Por su parte desde la comuna, Inspectores del Espacio Público intentaron disuadir a los vecinos y acallar su reclamo, incluso les cortaron el audio y amenazaron con labrarle una serie de contravenciones al Kiosco que había facilitado la electricidad. Sin embargo, esto fue un motor para que entre palmas y el grito de “¡Barrio Si, Torres No!”, se realizara un abrazo simbólico a la Casona demolida en la calle Arias.
Finalizó el encuentro pero la lucha recién comienza, la próxima semana se realizará un taller y una asamblea con la idea de organizar y unificar criterios de acción con otros colectivos barriales. Esta vez Núñez planta Bandera y dice “NO” porque este progreso, como decía Ernesto Sábato, es sin ninguna duda solo un camino hacia el abismo.
Marina Tallarico
Vecina del barrio de Núñez. Integrante de “Vecinos Unidos de Núñez”.
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