Cansado de viajar en colectivo y convencido por un hábil vendedor, Pedro se inscribió en un Autoplan para adquirir rápidamente un cero kilómetro. Pasaron 9 meses en los que nunca fue favorecido en el sorteo y para colmo perdió toda licitación en la que se presentó. Entonces, un tanto decepcionado, Pedro rompió el chanchito y con sus pocos ahorros se compró un auto mediano, gris y usado. Cómo no le alcanzaba para pagar un estacionamiento, decidió que su vehículo durmiera por las calles del barrio de Belgrano.
Todas las mañanas, salía temprano con su auto a trabajar. Cuando volvía, después de las 18 horas, se pasaba más de 15 minutos dando vueltas, tratando de conseguir un lugar en donde estacionar.
Un día por la tarde, mientras visitaba a un cliente, dejó su auto estacionado sobre Echeverría, poco antes de llegar a Cabildo. Cuándo volvió, descubrió que su auto gris estaba decorado con una pequeña franja azul, y el espejito retrovisor totalmente destruido. Un vecino del lugar le dijo: “Un colectivo 113 que no tenía mucho espacio para pasar, eligió acariciar tu vehículo para luego desaparecer rápidamente”. Pedro agradeció el informe del señor y se fue masticando su bronca.
Cómo no tenía oficina, Pedro organizaba sus reuniones laborales en el bar de una estación de servicio ubicada en Av. Del Libertador y La Pampa, donde inclusive tenía estacionamiento gratuito. Un día llegó, y los espacios para estacionar estaban todos ocupados, entonces no le quedó otra que dejar el auto en la calle, lo estacionó sobre Miñones entre La Pampa y José Hernández, al lado de Excursionistas. Al finalizar la reunión, encontró el auto con el vidrio roto y le faltaba su stereo, el que pensó que nunca le robarían porque cómo le habían recomendado, tenía uno con un frente desmontable que le quedó de recuerdo.
Un domingo, Pedro llevó a ver una obra de teatro a su pequeño hijo en la UPB. Estacionó cerca del lugar, en Ciudad de La Paz y Sucre. Al volver se encontró con su auto chocado. El conductor del vehículo que estaba estacionado detrás, lo estaba esperando para tomarle los datos y le contó lo sucedido: “Una camioneta que circulaba por Sucre, chocó a un auto que venía por Ciudad de La Paz, este se fue sobre mi vehículo, y el mío sobre el tuyo”. Por suerte, este señor había anotado los datos de todos los autos involucrados en el choque.
Después de muchos trámites, la compañía de seguro de la camioneta, se hizo cargo de pagar los gastos por los arreglos de todos los vehículos chocados. Claro que pasaron varios meses hasta poder cobrar y arreglar el viejo auto gris de Pedro. El vehículo había quedado impecable, aunque costó muchísimo conseguir los repuestos. Quince días después, en una tarde de invierno, Pedro dejó su reluciente auto estacionado sobre Monroe, colocó la traba de volante y se fue a descansar a su casa luego de una agotadora jornada de trabajo. Al día siguiente, salió temprano por la mañana para ir a trabajar pero su auto no estaba. Consultó a un kiosco que había en la esquina y permanecía abierto las 24 horas, pero por supuesto, nada habían visto. Con toda la angustia por lo sucedido, luego de hacer la denuncia, escribió un Email a Julio Lagos porque Pedro era oyente de su programa de radio. Lagos mandó un movilero que entrevistó al encargado del edificio de Pedro, que no había visto nada, pero contó una historia sensacional: “Aquí se roban muchos autos, vienen con una grúa y se los llevan”. Pasaron los meses, Pedro no tenía dinero para comprar otro auto y cuándo cobró la plata del seguro, solo le dieron un valor de reposición muy por debajo de lo que valía el rodado.
Después de lo sucedido, Pedro no quiso volver a comprar un auto hasta no disponer del dinero para pagar un lugar en donde durmiera. Como una cochera mensual sale una fortuna, por ahora se lo ve a Pedro caminando con nostalgia, pasando por los lugares que recorría con su auto. Por aquella estación de servicio de La Pampa y Libertador que ya no está, por la sede de la UPB de Ciudad de la Paz que ya no existe, por la calle Echeverría en la que el 113 sigue pasando a toda velocidad, y por Monroe, con la ilusión de que a la vuelta de la esquina, aparezca su viejo y querido auto gris.
Si tenés alguna historia como la de Pedro que haya sucedido dentro de la Comuna 13 (Belgrano, Colegiales o Núñez), podés mandarla por Email a: lectores@mibelgrano.com.ar