Hace un poco más de 10 años, el jueves 22 de Marzo del año 2012, falleció el hombre que cuidaba coches en Montañeses entre Sucre y La Pampa. Algunos tal vez lo recuerden, se llamaba Juan Carlos de los Santos Rodríguez, pero todos lo conocían como Manolito. A cambio de una moneda, él cuidaba coches. “Hola amigo”, repetía, saludando a todo el que pasaba. Ayudaba a las señoras a llevar sus bolsas, y siempre buscaba entablar una charla. A veces se lo veía dormir en la dura vereda, ó caminar llorando, el alcohol era su mejor amigo y lo llevaba por mal camino.
Manolito ya no podía seguir en la calle, su dignidad no merecía seguir arrastrándose ante la indiferencia de muchos. Algunos vecinos solidarios y preocupados, en Mayo de 2010, llamaron al 108 y después de varias insistencias lograron que lo alojaran en la residencia 6 del Servicio Social del Rawson. Después de 7 años de estar en la calle, tenía una cama, comida y atención médica. Pero Manolito volvió a la calle, y justamente allí lo encontraron tirado, a los 74 años se mudó a la muerte.
Héctor, quien tenía una inmobiliaria en la cuadra, lo recuerda:
“Un día lo fui a visitar a la Residencia 6 de Hombres del RAWSON, ahí donde está el BORDA. Justo lo encontré en el baño afeitándose. Ahí llegó después de vivir 7 años en la calle porque unos vecinos le consiguieron una pieza compartida con atención médica y todas las comidas. Pero en realidad su casa era Montañeses al 1800, ahí los vecinos le acercaban comida, vestimenta y muchas veces llamaban al SAME porque el alcohol era su futuro fin. Su posible historia más o menos cierta contada por él mismo era que vino de La Coruña de muy joven con un hermano y trabajaron en la Pizzería LLAO-LLAO de Virrey Vértiz y Juramento. Luego fue con otros dos socios concesionario del Buffet de River Plate, ahí dice que lo estafaron y comenzó la larga carrera del alcohol. Conoció a Labruna y a Sandrini cuando este último vivía en lo que ahora es el Sanatorio La Sagrada Familia en José Hernández. Dijo que él hizo de extra en varias películas. Yo lo conocí cuando era sereno del local de Jorge en la esquina de La Pampa y Montañeses. También sé que en Morón tenía una hermana que los fines de semana la iba a visitar con una bolsa llena de frutas y verduras que le regalaba Carlitos el que era verdulero de Montañeses 1847, pero al final no lo recibieron más en esa casa. Como todo ser humano fue querido por muchos y odiado por otros y aunque parezca mentira un vecino que ya falleció envidiaba su trabajo de trapito pidiendo a los automovilistas una moneda para un café que luego se convertía en licor. No quería hablar de mí pero, para terminar, quiero decirles que mi relación con MANOLO fue muy intensa y también tengo que nombrar a un señor de muy buen corazón, ANGEL, vecino de Sucre y Libertador que colaboró mucho con su asistencia y que fue muchas veces a visitarlo a la Residencia 6”.
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