En mayo del año 2016 cerró sus puertas el Bingo Belgrano que estaba ubicado en Av. Cabildo al 3200. Aunque se llamaba Belgrano, quedaba dentro de los límites del barrio de Núñez. Algunos vecinos visitaban el lugar al mediodía para aprovechar la promoción del almuerzo gratuito mientras cantaban Línea o Bingo en el caso de que la suerte los acompañara. Al entrar a la sala había que atravesar una nube de humo, en aquellos tiempos en los que se podía fumar en lugares cerrados.

Días antes del cierre, se había producido un incendio en el Bingo Belgrano. El siniestro comenzó por un escape de gas en la sala de máquinas del edificio. Las llamas provocaron una columna de humo negro que se pudo ver a la distancia y alertó a los vecinos. Al menos cuatro dotaciones de bomberos combatieron el incendio. No hubo heridos ni evacuados.

Claro está que el de Belgrano no fue el único que bajó sus persianas, también lo hicieron los bingos de Caballito, Flores, Congreso y el de Lavalle. Tenían sus contratos vencidos desde el diciembre del 2014 y una deuda millonaria con Lotería Nacional, por no pagar el canon, que superaba los 260 millones de pesos. Tiempo atrás se había convocado a una licitación para renovar los permisos, pero el proceso fue frenado por el Instituto de Juegos de la Ciudad de Buenos Aires, que argumentó que no había participado del llamado.

Estos bingos se instalaron en la ciudad de Buenos Aires a principios de los años 90 y en su habilitación se prohibió que tuvieran otros juegos de azar. La llegada de los tragamonedas al Hipódromo de Palermo y al casino de Puerto Madero provocó la decadencia de los bingos. En el año 2002 contaban con alrededor de 2.000 trabajadores mientras que en el 2014 eran menos de 500. En 2011 se estimaba que cada sala perdía cerca de 400 mil pesos por mes. Seguían abiertos por medidas cautelares y el arreglo era que los operadores pagaban sueldos, cargas sociales y se hacían cargo del mantenimiento de las salas, y lo que sobraba se lo daban a Lotería Nacional en concepto de canon.

Ya no quedan aquellos almuerzos gratuitos, los pozos acumulados se esfumaron, no se escucha una voz decir: “¿Hay alguna línea más?” o “Han cantado Bingo en la sala” y ya no se ve esa enorme copa en la mesa del ganador. Por eso algunos apostadores que ya no tienen el bingo en el barrio, optaron por jugar desde la comodidad de sus hogares. Durante la pandemia, cuando los casinos tradicionales permanecían cerrados, muchos de sus jugadores habituales se volcaron hacia las versiones online que les permitían jugar y apostar sin salir de su casa.  En esos tiempos, el entretenimiento online creció en forma acelerada. Para conocer las alternativas que hay disponibles en la Argentina, hay una página Web Casinorey.com.ar que ayuda a las personas interesadas para que puedan elegir un casino online que se adapte a sus necesidades y a sus gustos.