Un día como hoy pero hace 9 años, el domingo 20 de Julio de 2014 alrededor de las 15 horas, Julián Cáceres fue atropellado en Avenida Elcano y Superí. El jóven, de tan solo 17 años, vivía en Saavedra con sus padres y un hermano. Estaba andando en su bicicleta cuando fue arrollado por un Peugeot 207 blanco que se dio a la fuga a gran velocidad, doblando por la calle Freire. Julián sufrió un fuerte golpe en la cabeza que le produjo una lesión cerebral, por la cual fue trasladado al Hospital Pirovano y luego derivado al Hospital Naval. El chico fue operado y estuvo internado pero finalmente falleció unos días después, el sábado 26 de Julio de 2014.

En Elcano y Superí, en honor a Julián, se colocó una “bicicleta fantasma” (bici pintada de blanco que es encadenada en los lugares donde un ciclista ha tenido un accidente mortal). El movimiento de las bicicletas fantasmas surgió en el año 2003 en Misuri, Estados Unidos, cuando una chica murió embestida por un coche. A los pocos días sus amigos pintaron de blanco una bicicleta y la colocaron allí donde perdió la vida. Estas bicicletas son un recuerdo póstumo en memoria de un ciclista fallecido, a su vez es una denuncia sobre el derecho de todo ciclista a circular seguro. La bicicleta fantasma pretende recordar a las víctimas y alertar a las autoridades y ciclistas de la peligrosidad de determinadas calles y carreteras. Estas bicicletas funerarias se inutilizan previamente, se les cortan los cables, se les quitan los frenos y las luces y se pinchan o desinflan las ruedas; lo que queda es pura chatarra sin ningún valor, nada más que el recuerdo de una desgracia. Luego, le dan varias capas de pintura blanca y la dejan secar. Cuando está lista, la atan con una cadena y un candado en el lugar donde se produjo el siniestro. Una placa grabada con el nombre de la víctima, el día del accidente y unas flores recuerdan que quien murió allí viajaba sobre dos frágiles ruedas y tenía un nombre y un apellido.