La Casa Museo de Ana Frank en Holanda, funciona hace muchos años y es visitada por muchísimas personas. Por tal motivo, decidieron hacer proyectos para mostrar la historia de Ana Frank por el mundo, a través de las muestras itinerantes. Los directivos de la Casa de Holanda, vinieron a la Argentina en 1991, para ver como instalar la muestra por primera vez en Buenos Aires. Años más tarde, en 2009, una familia muy solidaria y querida en el barrio, se mudó y cedió su casa ubicada en Superí al 2647 (Coghlan, a pocas cuadras del barrio de Belgrano) para que allí se instalara el Centro de Ana Frank. Este lugar articula la historia de Ana Frank y el nazismo, vinculado con la dictadura en la Argentina y con aspectos relacionados a la libertad de elegir y libertad de ser.

Con el objetivo de adaptar el contenido museístico a las nuevas problemáticas sociales y modernizar el espacio, en los próximos meses, el Centro encarará una renovación que incluirá la incorporación de objetos traídos desde Ámsterdam pertenecientes a la historia de la familia de la joven holandesa que en su célebre diario dejó el testimonio de su experiencia en el Holocausto. Entre los objetos traídos hay un álbum privado de los Juegos Olímpicos en Berlín, la constancia de las elecciones del 12 de noviembre de 1933 por el distrito electoral de Merseburg en el Este de Alemania, una billetera con billetes y notas de bancos de diferentes denominaciones entre 1922 y 1923. Además hay cupones de racionamiento para alimentos utilizados en los Países Bajos del 9 de julio al 5 de agosto de 1944 para comprar alimentos específicos, triángulos de metal usados en los campos de concentración para identificar presos, libros que escondían documentos, una radio clandestina (estaba prohibido escuchar la radio en los Países Bajos ocupados) y soldaditos para niños de la Alemania Nazi de 1930.

En la casa se recrean las dos habitaciones donde se ocultaron las familias: una biblioteca que se abre a partir del movimiento de un par de bisagras era la puerta de entrada al escondite y, una vez adentro, la cocina, el living, el baño, una cama y la escalera que daba al ático equipan la simulación del lugar. A partir de objetos como libros, diarios y juegos de mesa se puede inferir la cotidianidad de quienes vivían escondidos ahí. El cuarto donde se alojaba Ana Frank tiene las fotografías que ella tenía, replicadas y colocadas de la misma forma para aportar más credibilidad a la sala. Con la remodelación, se incorporarán nuevos elementos sonoros para acompañar el recorrido, como la recreación de la voz de Ana Frank en el momento en que se visita su cuarto. También se realizarán remodelaciones en la fachada, se incorporará un mural con un retrato de Ana acompañado con el nombre de la institución con letras luminosas y una pantalla en la entrada contará las actividades que sucederán en el museo que se encenderá con el movimiento de las personas que se acerquen.

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