Este domingo 16 de junio se celebra el día del padre. Un joven, nos envió la foto que acompaña esta nota donde se lo puede ver la sombra de su papá con él a upa, cuando era chico, mirando pasar los trenes en Pampa y la vía, junto con la siguiente carta.

Querido Papá:

Cuando aparecí en este mundo, me olvidé de respirar. Rápidamente los médicos me llevaron a un costado, y después de varias palmaditas, me hicieron llorar. Luego me lavaron en una piletita y allí pude abrir los ojos y al primero que ví, fue a vos, que me mirabas atentamente. Parecías un pitufo, porque estabas todo celeste. Finalmente me llevaron a conocer a mamá, y los tres juntos fuimos hacia la habitación. Mi primer viaje en auto, fue desde el hospital Italiano, hasta el barrio de Belgrano. Yo iba sentado atrás, a upa de mamá, y desde ahí te miraba a vos manejar.

Recuerdo mi primera salida, por Monroe en cochecito. Vos pensabas que lloraba porque tenía hambre, pero la verdad es que estaba muy asustado por el movimiento brusco provocado por aquellas veredas desarregladas. Cuando me despertaba temprano veía tus ojos cansados, pero cómo querías que durmiera con el ruido que hacían los amigos que estaban construyendo el canal aliviador del arroyo Vega. Me llevabas a disfrutar del verde en la plaza Alberti (Arcos y Roosevelt), aunque predominaba el color marrón que era tierra en un día soleado y barro después de una lluvia.

Cuando cumplí un año, nos mudamos a la calle Montañeses. Nuestro paseo diario consistía en ir a ver el tren que pasaba por Pampa y la vía, cuando había barrera. Después íbamos a la calesita de Sucre, que un tiempo después cedió su lugar a un canil. En Barrancas de Belgrano me enseñaste a caminar entre sus senderos, con tus manos siempre listas para atraparme en caso de que tropezara. En la plaza, cerca de La Pampa, disfrutábamos del tobogán y de esas extrañas hamacas de madera con una fuerte cadena de seguridad.

Cuando me empezaste a llevar a la cancha de River, iba sobre tus hombros para que no me aplastara semejante multitud. En la calle veía unos señores con un trapito en la mano, que le hacían señas a los automovilistas para que estacionaran su auto sobre la vereda. Años más tarde, nos mudamos a Núñez, a unas cuadras del Parque Saavedra. Allí me enseñaste a andar en bici y me explicaste la importancia de usar casco y de respetar a los peatones.

Hoy, mientras camino por las calles de Belgrano, Saavedra y Núñez, no puedo evitar recordar todos esos momentos especiales que hemos compartido. Estos barrios han sido el escenario de una historia, la nuestra, que atesoro en lo más profundo de mi corazón. Cada esquina está impregnada de nuestras vivencias.

Gracias por ser mi guía, por tu dedicación, tu amor y tu inquebrantable apoyo. Gracias por enseñarme a ver la belleza en las cosas simples y por estar siempre a mi lado. En este Día del Padre, quiero que sepas cuánto valoro todo lo que has hecho por mí. Eres mi héroe y mi ejemplo a seguir. Espero que este día sea tan especial para vos como todos aquellos días que transitamos juntos.

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