Muy cerca de Cabildo y Juramento, en pleno barrio de Belgrano hay un enorme jardín que muchos no conocen. Afuera está el ruido y el caos pero adentro, detrás de los muros, hay un Oasis verde. El jardín del Museo Larreta, Av. Juramento 2291, tiene un diseño que responde al de los jardines hispánico-islámicos, cuyo mayor exponente es el Generalife de La Alhambra en Granada. Los árabes que vivían en la Edad Media concibieron sus jardines como la antítesis del desierto: con agua, plantas, tierra fértil y buen clima.

El jardín del Larreta invita al olvido de la ciudad y a recorrerlo con los tiempos que exige la naturaleza. Tiene 700 metros lineales de arbusto con el que se construyen paredes verdes que dibujan un camino laberíntico. Allí se envuelve de todo aquello que le puede proporcionar placer a los sentidos: para la vista, el color, la luz y la sombra; para el olfato, las plantas aromáticas y el dulce perfume de las flores; para el oído, el murmullo del agua; para el tacto, las distintas texturas de los materiales; para el gusto, el sabor de los frutos. Adquiere su carácter andaluz con los naranjos amargos, los cipreses, la granada, el membrillo, el níspero y el olivo, entre muchas otras especies. A su vez, sus dos fuentes, la de las Ranas y la del Patio del Naranjo, generan un clima propicio para la meditación. Las palmeras tienen frutos, sombra y agua, como un oasis.

Javier Suárez es el jardinero mayor del lugar. Comenzó a trabajar allí en el año 2015 como la mano derecha de Antonio Sturla, el histórico jardinero del Museo Larreta, quien tras jubilarse le cedió su puesto. De él aprendió los secretos de cada rincón, el ABC de los jardines hispanoislámicos y a cuidar el patrimonio verde que habita ese espacio con 108 árboles, 88 géneros diferentes de herbáceas, un número similar de arbustos y 6 tipos de palmeras, según el último censo realizado en 2019. Suárez lidera un equipo que está integrado por Hernán Rodríguez, su ayudante, y Matías Gianandrea que se encarga de alimentar las tres composteras. Todos los días dan una vuelta por los casi 6.000 metros cuadrados que ocupa el jardín y van viendo dónde hay disonancias, es decir, algo que suena mal. Por eso resulta tan importante la armonía, como si cada flor, cada árbol y cada fruto estuviera interpretando una melodía. Allí donde hay una hoja de palmera donde no debería estar, Suárez interviene como un director de orquesta. Lo mismo si se extendió una maleza o si algún arbusto de los que conforman los laberintos se fue de porte. Desmalezar, podar y limpiar son tareas de todos los días.

Este espacio fue algo con lo que soñaron el escritor, académico y diplomático Enrique Larreta y su esposa, Josefina, después de volver de su luna de miel en el sur de España, por el año 1900. Estuvieron 10 días en Granada y Enrique quedó fascinado con esa cultura tan distinta a la suya. A la vuelta, le propuso a Josefina replicar un trozo de esos hermosos jardines en su casa y de allí su origen.

El cuarto jueves de cada mes a las 12 horas se puede realizar un recorrido guiado por el jardín andaluz junto al jardinero Javier Suárez. La actividad está incluida en la entrada al Museo y no requiere de una inscripción previa. Se suspende en caso de lluvia.

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