En los últimos
días de Enero se dio el cierre de tránsito vehicular para el
comienzo de la obra en la estación Colegiales, y a partir de
allí se han suscitado una serie de acontecimientos, muchos de
los cuales fueron advertidos por mí y otros vecinos en la
Audiencia Pública realizada a tal fin en Abril de 2012, que me
parece importante poner en conocimiento y en difusión pública y
de las autoridades correspondientes; para apuntar a mejorar la
situación y corregir lo que corresponda.
Y tal cual lo planteé en esa Audiencia Pública, lo único que me
mueve es que entendamos todos la importancia que tiene poder
contribuir como barrio de Colegiales a aliviar el tránsito de
rodados, pero también que se tenga en cuenta debidamente de
parte de funcionarios y autoridades, qué cosas sacrificamos y
“ponemos” los vecinos en esta historia. Justamente: décadas de
historia en primer lugar. Y en consecuencia, qué barrio tenemos
(teníamos) hasta acá.
Por eso, y más allá del comienzo intempestivo, sin aviso con
tiempo debido y lógico a frentistas y comerciantes (quizás todas
las obras empiecen así), es preocupante en primer lugar que, a
pesar de la visita del ministro del área de la Ciudad Sr.
Montenegro (que por algo la hizo), no se hayan atendido a este
momento los reclamos que hacen justamente a la seguridad, con
las características que tiene el cierre de las cuadras ambas
veredas de Lacroze de Amenábar a Conesa (más el impacto que
genera en aledañas y paralelas).
Y mientras veo en la tele semejante operativo que despliega la
Policía Metropolitana en el Parque Centenario, más la represión
a los vecinos, me pregunto si de verdad es imposible, en un
evento que interrumpirá la vida de un barrio durante un año y
las consecuencias que esto implica hacia el futuro, garantizar
la presencia de al menos 4 (cuatro) policías en la zona de la
obra, salvo que tengan previsto venir el día que los vecinos de
Colegiales salgan a protestar, digamos: necesitamos Seguridad,
no una fuerza de choque contra los vecinos cuando al gobierno de
la Ciudad le parece.
Sumo: más iluminación alternativa y provisoria en el tiempo que
dure la obra.
Sigo. Señalizaciones y Tránsito vehicular alternativo: la
señalización es insuficiente, pobre. Los que circulan no saben
claramente por dónde deben desviarse. Ya se han registrado
accidentes y choques por la circulación arbitraria que genera la
falta de información que no deje dudas de los sentidos de
circulación y el cumplimiento de los mismos.
Centro Comercial: debo decir que esta obra no tiene (ni dejará)
las mismas características que las cercanas hechas en Mtro.
Carranza, Monroe, Manuela Pedraza o Dorrego, por dar ejemplos.
Basta con mirar el centro comercial que rodea la estación
Colegiales. Y que ese centro no es producto más que de la
historia citada, de décadas de construcción social y barrial
alrededor de una estación de tren que supo ser casi suburbana
“en tiempos de María Castaña”, con una avenida ancha de 3 manos
cada una. Nada que ver con las otras arterias citadas.
Y no se ha previsto a mi juicio el impacto que sufrirá el
comercio en la zona (y aledañas) ante esta situación. Tomo por
ejemplo el ABL que no sólo subió a las nubes, sino que debería
haberse contemplado la posibilidad de su desgravación total o
parcial, según las cercanías con el impacto de la obra, y lo
mismo cabe para los frentistas.
Y haberse pensado en la posibilidad de un subsidio y/o
desgravación complementaria de Ingresos Brutos y otros tributos
al gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, durante el tiempo que
la obra esté.
No voy, por razones de espacio, a considerar aquí los
innumerables problemas accesorios que sufren los comerciantes:
sumo sólo uno, la dificultosa, y en casos casi imposible, forma
de ser provistos de mercaderías o servicios.
Y que quede claro, que no estamos manifestándonos por un
problema sólo comercial o de negocios: estamos planteando cuando
hablamos del comercio, algo que afectará final y profundamente
al barrio y los vecinos.
Con todo respeto, quiero decir que el énfasis con que sostengo y
manifiesto, están relacionados a mi vida en este barrio, a mi
historia como socio y directivo de mi club Colegiales durante 30
años (que está a 1 cuadra de “la neuralgia”), y el haber cruzado
esa “barrera” (que paradójicamente no fue barrera literalmente
sino todo lo contrario) miles de veces entre mis domicilios, mi
escuela primaria, mi club, la vida misma.
Y en este juego entre el presente que preocupa hoy, porque es lo
que hay que resolver y atender hoy, y la ansiedad que genera el
futuro, que también hay que resolverlo sino hoy, mañana mismo;
no voy a dejar sin mencionar al que en la Audiencia Pública fue
planteado por todos los vecinos que intervinieron, como “el nudo
de la cuestión”: el paso peatonal a nivel al que se
comprometieron las autoridades.
Al día de la fecha, no está tramitado ante las autoridades
correspondientes (nacionales) el permiso o la habilitación de
dicho paso en la obra. No descreo de la buena fe de los
comentarios que recibo sobre que era importante empezar la obra
y luego tramitar esto para no demorar el comienzo pero
francamente me preocupa que las autoridades tengan claro que
para vecinos y comerciantes éste no es un tema negociable.
Está claro que la obra contempla el paso subterráneo
alternativo, pero también está, a las pruebas me remito, qué
sucede al día de hoy con esos pasos peatonales fuera del aire y
la luz. Y si no pueden hacerlo a nivel, deberán pensarlo al
menos “por arriba”.
Lo que está en juego es, en serio, la historia, la identidad
construída, la vida social y económica de un barrio y sus
vecinos y vecinas. Cruzar nuestra estación Colegiales con “la
bolsa de mandados” al otro lado como lo pudimos hacer siempre.
Lo contrario, el ciego a nivel, sin paso atentará contra esa
identidad y esa vida vecinal. Quebrará y desintegrará lo que nos
llevó años y esfuerzo unir e integrar.
La modernidad y la agilización del tránsito no deben perjudicar
a los que VIVIMOS y sacrificamos ese espacio a esos fines.
Y la verdad, tampoco puede planificarse una ciudad pensándola
sólo en una ciudad para los que pasan y transitan. Sino además,
también, para los que vivimos en ella.
Dejo afuera en esta nota innumerables petitorios que yo
consideré arbitrariamente “secundarios”, y que espero los
vecinos/as sumen a un único y responsable, unido y organizado
reclamo. Cloacas, desagues, napas, obradores, calles aledañas
abiertas (o cerradas) al tráfico alternativo de un día para el
otro con su consiguiente perjuicio para frentistas, la
preocupación por la probable desaparición de la histórica
calesita, una comisión de vecinos para el control del
cumplimiento en tiempo y forma de la obra, etc.
Y no hay más que caminar esas cuadras de Lacroze y preguntar a
comerciantes y frentistas sobre lo que acá afirmo.
Carlos Funes
Comunero Comuna 13 |