Una reglamentación que data de 1991 obligaba a los consorcios a vaciar el tanque cada 6 meses, por lo que tenían que pagar un procedimiento de limpieza con un costo promedio de $ 16.360 al año para un edificio tipo de 36 unidades. De este modo se tiraban 1692 millones de litros de agua potable cada año de los edificios de toda la ciudad de Buenos Aires, sin antes realizar un análisis del contenido para conocer el estado de situación. Este cambio permitirá ahorrar en promedio unos 8100 pesos por cada edificio y reducir enormemente el impacto ambiental cuidando un recurso natural que es imprescindible para todos.

A partir de la nueva ley, se verificará el estado del tanque y la calidad del agua fijando un control obligatorio anual a través de un examen físico – químico y otro bacteriológico que, en caso de dar bien, evitará un impresionante desperdicio de agua.

Además se establece para el consorcio de propietarios la obligación  de controlar y revisar en forma periódica las instalaciones, a fin de conservar, mantener y asegurar la hermeticidad del agua, garantizando las condiciones necesarias para consumo humano.

En el caso de que la calidad del agua potable para consumo humano no se ajuste a los estándares establecidos por el ERAS (Ente Regulador de Agua y Saneamiento), dentro de los 15 días corridos, el consorcio deberá limpiar y desinfectar los tanques.

El plan destinado a la limpieza, mantenimiento y desinfección de tanques deberá constar en el Libro de Actas de Asamblea.

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