Esta historia comenzó en Diciembre de 2007, cuando TBA canceló el denominado tren blanco, que cada noche transportaba a los cartoneros. Con esta medida unas 1.000 personas se quedaron sin poder volver a su casa. Muchos recolectores cambiaron su rutina y buscaron nuevos lugares para guardar lo recolectado. De este modo se instalaron en V. Vértiz entre La Pampa y Sucre y en la Plaza Noruega (Mendoza y Ciudad de la Paz).

El barrio de Belgrano se transformó en un depósito de basura en donde varias personas dejaban lo recolectado y, en muchos casos, vivían ahí. Los asentamientos se conformaron con refugios de plástico y cartón, montañas de papel, y otros elementos inflamables, que con solo una chispa podían provocar una tragedia. La basura sumada a las altas temperaturas trajeron consigo roedores y malos olores a un barrio considerado en el análisis del aumento del ABL, como  una de las zonas más exclusivas de la ciudad. Entre  el 22 y el 23 de Enero de 2008, fueron desalojados los cartoneros que estaban en la la Plaza Noruega.

El 22 de febrero de 2008 sucedió un hecho que muchos vecinos deben recordar, el desalojo de los cartoneros que estaban en V. Vértiz entre La Pampa y Sucre. Dos años después, Carlos Durañona (colaborador del comedor de Barrancas de Belgrano), escribió las siguientes palabras:

Hoy se cumplen 2 años del brutal desalojo de los cartoneros asentados en Pampa y la vía, y no tengo ganas de olvidar esa jornada tan llena de heroísmo por parte de un puñado de trabajadores cartoneros, que defendían su derecho a trabajar, acompañados por muchos vecinos de Belgrano y de otros barrios cercanos. Fue una lucha desigual. La bestial fuerza que mandó a reprimir el “eficiente” Gobierno de la Ciudad a ese pequeño e inofensivo grupo de resistencia logró su objetivo: apaleó sin diferenciar a hombres, mujeres o niños, destrozó todas las pocas pertenencias de los cartoneros, incluyendo cochecitos de bebés, mamaderas, pañales, etc. También secuestraron los carros con que transportaban el fruto de su trabajo. La idea era el aniquilamiento de esa tarea por ellos elegida para mantener a sus familias. Fue también una manera de pretender que desaparezca esa actividad. Hay sectores de la sociedad que aún conservan la costumbre de hacer “desaparecer” lo que no se pone en línea con sus posiciones. Finalmente, se llevaron presos a ocho cartoneros y a un vecino que compartía esa defensa de sus derechos. Y todo ese doloroso episodio, como en otras épocas, ocurrió en la “madrugada”, arrancándolos de sus duros e improvisados lechos para dormir.

La “valerosa” Infantería de la Policía, los parapoliciales de la UCEP, haciendo su glorioso debut en el arte de pegar al indefenso, y los funcionarios haciendo el trabajo sucio del Gobierno PRO, conduciendo el operativo de la depredación salvaje de los primeros, todos juntos, consiguieron el más vergonzoso y descalificante acto de limpieza de Barrancas.

¿Ganaron? Sí, ganaron deshonra. ¿Los cartoneros perdieron? Sí, pero solo sus fútiles pertenencias, pero se quedaron con la dignidad bien ganada.

El sector de la plaza de Barrancas que ocupaban aún conserva la infame reja que hoy encierra a un basural. Pero debajo de esa basura y de esos escombros que tiran, está intacta la dignidad de los trabajadores cartoneros que reclamaban por habérseles suprimido el tren blanco que llevaba su carga de cada día de trabajo.

En este recordatorio de los hechos del 22 de febrero de 2008 quiero agradecer a todos los vecinos compañeros que se acercaron a nuestro comedor para acompañar en su lucha a los cartoneros. No sé si antes he agradecido el enorme gesto de todos los que dejaron cosas importantes que hacer y acudieron en defensa de los más débiles, dedicando larguísimas y angustiantes horas, acompañando a los que sufrían tanto despojo.

También extiendo mi gratitud, en nombre del Comedor de Barrancas, a todos los que nos dieron su adhesión y apoyo, no solo moral, sino además el aporte en ayuda económica para los cartoneros que quedaron verdaderamente “en Pampa y la vía”.

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