El extraño buzón de la esquina

En algunas calles podés encontrar el extraño buzón de la esquina. Son unos elementos rojos que muchos ni siquiera saben para que se usaban o por qué están allí.

En Echeverría y Cuba hay un buzón rojo, un tanto deteriorado, ubicado frente a una confitería muy reconocida en el barrio. Los transeúntes que por allí pasan, lo ignoran totalmente. Aquél buzón fue testigo de una escena de “La Tregua”, una película argentina de 1974, protagonizada por Héctor Alterio y Ana María Picchio.

En Triunvirato y Roosevelt hay otro buzón deteriorado en la esquina del Banco Nación. Aquel buzón presenció en el año 2013, en diagonal a él, cuando instalaron una estatua de Luis Alberto Spinetta que finalmente tuvieron que retirarla debido a los hechos de vandalismo que había sufrido.

El extraño buzón de la esquina, uno en Belgrano y otro en Villa Urquiza, tienen algo en común. Por ellos pasaron infinidad de cartas. Para un familiar que viajó a otro país o para un amigo que se había ido a otra provincia o para aquel amor a distancia. Cartas que se escribían a mano y se depositaban en los buzones, cuando no existía ni el email ni el WhatsApp y era un medio para poder comunicarse con los que estaban lejos.

Historia del buzón

El director de Correos, Gervasio Antonio de Posadas, en 1853 dispuso la instalación en los despachos de medicamentos y en los comercios de ramos generales, de unos cajones de madera, para depositar allí las cartas. En 1858, aparecieron los primeros buzones en las calles que contaban con un mecanismo de seguridad, por el que cuando se abría el buzón, se cerraba la bolsa, que llegaba así a la sucursal.

En 1930 se utilizaba el buzón alemán, en el que se colocaba una moneda y salía una estampilla. Luego comenzaron a fabricarse los buzones en hierro forjado que se los pintaba de color rojo. En 1979, el gobierno militar cambió el rojo por azul pero con la democracia volvieron a su color original. En un momento fueron pintados de amarillo y negro, pero volvieron a ser rojos debido a un juicio que los taxistas le ganaron al correo. La ciudad de Buenos Aires llegó a tener más de 1000 buzones.

¿Te vendieron un buzón?

Cuenta la historia que había un hombre que estaba parado al lado de un buzón. Cada tanto, aparecía alguien con una carta en la mano, se la entregaba y le pagaba. Estaba todo arreglado, los que pagaban eran cómplices de aquel hombre en su plan de engaño. Un curioso se acercó y le preguntó: ¿Qué está haciendo? El hombre respondió: “Soy el dueño del buzón y recaudo el franqueo que abonan los remitentes”. Luego, agregó: “Necesito vender el buzón para poder pagar un viaje a visitar a un pariente enfermo, ¿Usted no lo quiere?”. El “dueño del buzón” concretó la transacción y se esfumó. El “nuevo dueño” se quedó tratando de cobrar a quienes se acercaban a dejar cartas, pero claramente, nadie le pagó. Es así que la frase “Te vendieron un buzón”, significa: “Te estafaron”.

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